La IA ha llegado para quedarse. Hablamos hoy con el especialista Sergio Carol acerca del potencial de esta herramienta en el mundo profesional, y de los potenciales retos y ventajas para el empleo.
Cuéntenos: ¿cuál ha sido su recorrido académico hasta llegar a su proyecto actual?
Soy ingeniero químico por IQS, y me doctoré en la UPC. Más adelante, cursé un PDD en IESE y siempre me ha gustado mucho aprender y formarme. Por ejemplo, en transformación digital. Todo ello conforma mi know-how como formación.
¿Y profesionalmente?
Durante 31 años he desarrollado una carrera en el grupo Catalana Occidente. Tuve allí diversas funciones y responsabilidades, en distintas áreas y compañías. Comencé como responsable de redes periciales, seguí como director técnico de Multinacional Aseguradora en unos momentos bastante convulsos y, algo después, fui director de Siniestros de la compañía durante 15 años, donde gestioné a grandes equipos que estaban deslocalizados. Allí descubrí que me interesaba trabajar en el desarrollo del talento.
¿Y pudo hacerlo?
Sí. En 2017 el grupo creó su unidad de Talento y fui su primer responsable. Partíamos de cero y construimos todo desde la base. Ayudar a las personas a desarrollarse profesionalmente es de lo mejor que uno puede hacer en el mundo de la empresa.
Ahora usted es el emprendedor.
Ser emprendedor a los 58 años me resulta también cómodo. Considero que tengo una muy buena experiencia detrás. Y mantengo íntegra toda mi curiosidad. Trabajando en la gran empresa obtuve seguridad, confianza, oportunidades de crecimiento y aprendizajes. Ahora es muy interesante explorar otros mundos, surfear la ola de lo nuevo, pero también disfrutar de la tranquilidad de que las cosas van a salir muy bien.
Antes de hablar de la IA, déjenos preguntarle sobre personas: ¿A la hora de seleccionar personal, es difícil equilibrar la conveniencia y la empatía? ¿Qué pesa más?
Ciertamente, en estas funciones profesionales la empatía es muy importante. Pero afortunadamente la tarea está muy profesionalizada y lo que se busca es el mejor encaje posible de la persona con la función que vaya a cumplir. Lo normal es que hagamos una descripción precisa del puesto de trabajo, que identifiquemos competencias necesarias para llevarlo a cabo, que las desmenucemos en una lista de conductas y, así, ya puedes hacer una primera lista de candidatos que encajen con ellas. Con ello, se hace una buena entrevista con cada uno, hasta encontrar al que parece más oportuno.
Pero debo decirle que, en esto de la selección de personal, se dice que las entrevistas son reuniones entre dos “mentirosos”: uno es el candidato, que viene a decirte que es una persona fantástica. Y otro es la empresa, que te dice lo mismo. Son medias verdades…
Curioso.
También se dice que las empresas contratan a las personas en base a los conocimientos que acreditan, pero que las despiden por la actitud que tienen. Generalmente, el mal encaje cultural del empleado es lo que explica su despido, no tanto las cuestiones técnicas.
Se dice que las empresas contratan en base a conocimientos, pero que despiden por actitud
Pasamos a la IA. ¿En qué momento tuvo usted su primer contacto con ella?
Formalmente fue durante mi doctorado, de ello hace 30 años. Entonces ya existían los algoritmos necesarios. De hecho, la IA se inventó en 1956, cuando algunos de los mejores científicos del mundo se reunieron en el Dartmouth College de EE.UU. para ver cómo se podría imitar la mente humana a partir de algoritmos matemáticos.
Desde ese momento se trabajó muchísimo. Y la mayor parte de los procedimientos necesarios estaban resueltos matemáticamente, sobre el papel, desde hace décadas. Lo que sucedía es que las computadoras del momento no tenían suficiente capacidad de almacenaje de datos, ni potencia de cálculo. Cuando la tecnología lo hizo posible, la IA despegó.
La IA existe desde 1956, cuando algunos de los mejores científicos del mundo quisieron imitar la mente humana a partir de algoritmos matemáticos
Interesante.
Cuando yo estudié el doctorado todo era pura matemática. Uno necesitaba entender el operador matemático, entender el algoritmo y saber programar la computadora. Pero la llegada del ChatGPT de OpenAI lo ha cambiado todo. Las barreras de entrada a la IA han desaparecido. Ahora es prácticamente gratuita y cualquiera puede utilizarla con mucha facilidad. No es necesario saber ningún lenguaje de programación: se pueden obtener muy buenos resultados conversando con ella, como si hablara con otra persona.
La llegada del ChatGPT de OpenAI lo ha cambiado todo. Las barreras de entrada a la IA han desaparecido
Pero hay controversias con su uso. Límites éticos que no sabemos dónde colocar, por ejemplo.
Así es. Como también los hubo en muchas otras tecnologías a lo largo de la historia. El problema es que la realidad va siempre por delante de los aspectos legales y éticos. Creo que tenemos que aprender a controlar lo que hemos creado, porque tiene repercusiones importantes. Por lo demás, es un fenómeno inevitable: todo va más deprisa cada vez.
La realidad tecnológica va siempre por delante de los aspectos legales y éticos
¿Las empresas ya están buscando maneras de aprovecharse de la IA?
Sin duda. Las grandes empresas, y las empresas serias, han entrado ya en el tema desde hace años, para no quedarse fuera. Para mí, existen dos enfoques en el uso de la IA en el campo profesional. Por un lado, el de la empresa en tanto que organización que tiene que desarrollar herramientas y procesos. Por el otro, el del uso que cada profesional, individualmente, pueda hacer de la IA para mejorar la productividad o el día a día.
¿En qué sentido se puede aprovechar, a nivel individual?
La IA generativa puede ser como un asistente personal. Como si uno tuviera a 10 empleados que le hicieran tareas por él. Por ejemplo: transcribir audios a textos, o convertir textos en videos, o crear, en minutos, un material formativo que le podría llevar días de hacer. Esas son las ventajas y, como profesionales, debemos aprender a aprovecharlas del mismo modo que todo el mundo utiliza hoy el Word o el correo electrónico para ser más productivos que hace 50 años.
La IA generativa puede ser como un asistente personal. Como si uno tuviera a 10 empleados que le hicieran tareas por él
¿Se esperan cambios próximos en la IA, o todo está ya inventado?
A mí, la IA me sorprende todos los días. Iluso de mí, en 2021 quise hacer una especie de inventario de todos los recursos existentes vinculados a la IA. Fue desbordante. Tuve que dejarlo, porque era imposible estar al día de todo. Y eso que el ChatGPT de OpenAI todavía no había salido al mercado…
¡Caramba!
Hoy en día están apareciendo centenares de aplicaciones y de herramientas cada semana. Y lo que sucederá en el futuro cercano es una evolución todavía mayor. Muchísimos procesos serán automatizados y eso tendrá un impacto importante en el mundo laboral.
¿En qué sentido? ¿Se perderán empleos?
Las nuevas tecnologías siempre han creado más trabajo del que han destruido. Pero el reto será adaptarse a los nuevos trabajos que propone la IA, cuando se destruyan los trabajos que estamos haciendo actualmente.
Le daré un dato: el Foro Económico Mundial publica regularmente un estudio sobre el “Futuro del Trabajo”. En una de las ediciones más recientes se pronosticaba, sector por sector, cuántos puestos de trabajo se iban a crear y a destruir por causa de la IA.
El Foro Económico Mundial pronosticó que, en términos agregados, la IA creará muchos más puestos de trabajo de los que se destruirán
¿Y qué decía el pronóstico?
Que en términos agregados se iban a crear muchos más puestos de trabajo de los que se iban a destruir. Y esto ha pasado siempre a lo largo de la historia: durante la revolución agrícola, o la industrial, o en la aparición de la electricidad o de la Internet… Siempre hubo miedo a que esas tecnologías hicieran desaparecer puestos de trabajo. Pero no fue así, antes al contrario.
Los adolescentes ya se están formando en esas materias. ¿Pero qué pasa con las personas de más de cuarenta años? ¿Qué hacemos con ellas?
La pregunta es muy pertinente. En Singapur existe un plan estratégico para adaptar toda la población al uso de la IA. Se lo han tomado muy en serio. Han dicho: “esto ha venido para quedarse, y hay que hacer algo al respecto”. Por lo tanto, han comenzado a preparar a todas las personas. Se lo han tomado como un reto de país.
En Europa estamos “a por uvas”, como se suele decir. No hemos pensado demasiado en el tema, ni hay preocupación, u ocupación, general, ni se desarrollan las competencias necesarias. Creo que actualmente estamos aprendiendo unas competencias digitales que eran útiles hace 20 años. Impartimos cursos de Word, cuando deberíamos aprender IA… El reto que tenemos será importante.
En Singapur existe un plan estratégico para adaptar toda la población al uso de la IA. Se lo han tomado muy en serio
Hay quien asegura que las respuestas de la IA son muy homogéneas. ¿Existe riesgo de que todo el mundo termine pensando igual?
Le pondré un ejemplo sobre esto: hoy en día la industria del automóvil utiliza los túneles de viento para hacer mejores coches. Los resultados de esas pruebas los procesa una IA que ayuda a diseñar vehículos más aerodinámicos y, por tanto, más eficientes. Se podría decir, pues, que la IA nos permite optimizar procesos. Pero la consecuencia es que todos los coches tienden a tener las mismas formas…
Cierto.
La analogía de los vehículos nos permite explicar algo que, probablemente, sucederá en otros ámbitos de la vida, aunque con una mayor trascendencia ética. Como usted dice, las recomendaciones de una IA pueden llevarnos a una cierta homogeneización de criterios. Frente a eso, debemos emplear el análisis crítico. Debemos enseñar a las personas a ser críticas con los resultados que nos dé la IA, lo mismo que con las noticias de los medios de comunicación.
Debemos enseñar a las personas a ser críticas con los resultados que nos dé la IA, lo mismo que con las noticias de los medios de comunicación
O con la política… ¿Cómo recomendaría usted a la gente que haga sus prompts?
Como formador en diversas universidades, como UNIR o EAE Business School, veo que hoy en día se fomenta que los alumnos utilicen la IA para resolver casos y problemas. Y eso es muy interesante, porque enseña a analizar y a discutir los resultados que la IA nos ofrece.
Xavier Marcet, que es un reconocido autor y consultor de estrategia, explica que cuando hace planificación para empresas, lo primero que le pide a sus clientes son los datos. Luego los pasa por una IA que genera un análisis y ese análisis lo muestra al cliente. Para Marcet, esa tarea es la sencilla. Casi es gratis. Porque todo el mundo es capaz. Lo importante es lo que viene después: el análisis.
Recientemente, usted ha diseñado una formación sobre IA para profesionales de la Administración Pública. ¿Qué beneficios tiene la herramienta para este colectivo?
Fundamentalmente, que el tiempo que se necesita para familiarizarse con ella es de unos pocos minutos. Y que eso la hace cercana a cualquier colectivo, función o edad de la persona. No hay barreras de entrada, como le dije anteriormente.
¿Le confieso una práctica un poco rara que hago yo mismo?
¡Claro!
Cada vez que me subo al coche, le hago una pregunta cualquiera al ChatGPT que tengo instalado en mi móvil. Y a partir de ahí voy desarrollando una conversación verbal con él. Le pido que me dé respuestas, que me haga nuevas preguntas, que analice perspectivas y puntos de vista, que me rebata… Le digo que me haga tablas, o resúmenes. Y cuando llego al trabajo, me conecto a mi computadora y ya lo tengo todo ya escrito y bien preparado.
Se puede tener un diálogo interesantísimo con la IA. Se gana mucha eficiencia y claridad de ideas. Se pueden preparar materiales muy buenos en cuestión de minutos, cuando antes se tardaban horas. Pero usted me preguntaba por el profesional de la Administración Pública…
Cada vez que me subo al coche, le hago una pregunta al ChatGPT y voy desarrollando una conversación con él
Correcto.
Bueno, pues como cualquier otro colectivo profesional, cualquiera que trabaje ante un ordenador pronto verá modificados sus hábitos informáticos. Y de una manera brutal, de manera que hay que estar al día. El momento de subirse a la ola es ahora, cuando todavía es fácil.
Cuando yo era más joven, prácticamente vi nacer la informática personal. En aquel tiempo yo sabía casi todo acerca de aquellas máquinas: podía desmontarlas y montarlas, programarlas, cambiarles los procesadores… Entonces era posible porque el sector estaba naciendo y se podía tener una visión global de las cosas. Hoy ya no es posible saber todo de la informática: para eso existen especialistas en redes, en software, en sistemas… Así que ahora es el mejor momento de la historia para subirse al carro de la IA.
Con lo lista que es la IA, parece mentira que no se puedan prever catástrofes naturales, o se den presupuestos políticos fallidos. ¿No podríamos preguntarle cosas así?
No he pensado mucho sobre el tema. Pero tengo la sensación de que a veces hacemos interpretaciones sesgadas de lo que nos dice la IA. Quizás no nos creemos los resultados, o pensamos que son absurdos. Pero hay que saber que lo que la IA dice es estadísticamente posible.
¿Tan lista es?
No es lista. Pero sí es muy potente. Tiene mucha capacidad de cálculo. Al final, aplica una serie de procedimientos estadísticos puros y duros. Y cuando en uno de sus resultados emplea una palabra en vez de otra, es porque sabe que esa palabra es la más probablemente correcta en términos estadísticos.
La IA no es lista. Pero sí es muy potente. Tiene mucha capacidad de cálculo
Entonces, no tiene intuición.
Ninguna. Eso es, precisamente, lo que se intenta que tenga en el futuro. Pero por ahora no la tiene. Solo ofrece resultados estadísticamente probables.
¿Puede pasar que la IA conteste “no lo sé” a alguna pregunta?
No me ha pasado nunca. De hecho, la IA está diseñada para dar respuestas amables, políticamente correctas y estructuradas de una cierta manera, que luego va matizando.
¿Y si le pregunto quién ganará la Champions?
Hay un influencer que hace pruebas de este estilo. Fuerza a la IA a superar algunas barreras que le han impuesto desde origen, por políticas éticas de sus programadores. Por ejemplo, la IA no puede tener conversaciones sobre sexo, o sobre medicina, para evitar que alguien le pida una receta de algún medicamento y se lo elabore él mismo.
Pero esas esas barreras pueden resquebrajarse y hay quien busca los atajos. Es poco posible que una IA te responda “no lo sé”. Como mucho, te dirá que no puede asegurar la respuesta, o que no puede precisarla más. Algún día lo intentaré yo.
Hay quien dice que la IA se revelará contra la humanidad.
En mis cursos suelo preguntarle a la IA muchas cosas, comenzando siempre por un “por favor”. Lo hago por si algún día se rebela contra nosotros. Como tiene memoria, quiero que se acuerde de que he sido amable con ella (se ríe). Es broma…