Hoy nos encontramos con un emprendedor apasionado por el mar y por divulgar la
importancia de los ecosistemas oceánicos para la vida humana. Además de ecologista, Ignasi Ferrer entiende que la iniciativa privada puede seguir ganando dinero recuperando la
biodiversidad marina.
Ignasi Ferrer, Fundador de Seastainable Ventures from Presston Comunicacio Int on Vimeo.
¿Cómo define su proyecto, Seastainable Ventures?
Es un proyecto que nació con la idea de llevar al ámbito marino todo lo que se ha vivido en el campo del emprendimiento social. Hay muchas innovaciones científicas extraordinarias que están facilitando la restauración del capital natural marino. De alguna manera estamos aflorando bienes y servicios ecosistémicos que, si se gestionan bien, suponen una oportunidad de generar nueva riqueza, o bien de dar una segunda oportunidad a un patrimonio natural degradado. En todo lo que hacemos buscamos una sostenibilidad de 360 grados, es decir, ambiental, social y económica. Cuando las tres cosas coinciden, el desarrollo económico es sostenible a largo plazo.
Estamos aflorando bienes y servicios ecosistémicos que, si se gestionan bien, suponen una oportunidad de generar nueva riqueza, o bien de dar una segunda oportunidad a un patrimonio natural degradado
El nombre del proyecto es un juego de palabras entre” (mar) y sustainable (sostenible). ¿A qué responde la parte de Ventures?
Nosotros comenzamos siendo una plataforma dedicada al Venture Building, es decir, buscábamos a emprendedores, a innovaciones científicas y a tecnologías que pudiéramos convertir en proyectos empresariales sostenibles económicamente y que estuvieran enfocados a restaurar y potenciar el capital marino. Pronto nos dimos cuenta de que existía mucho talento y que si teníamos que buscar la inversión individual para cada uno de los proyectos que encontrábamos íbamos a ser poco eficientes. Así que optamos por dar un paso más y comenzar el proceso de creación de un fondo de inversión especializado en economía azul y, dentro de esto, en restauración y potenciación del capital natural marino. Actualmente nos hemos asociado con una gestora de fondos de inversión, que conoce más el terreno, para crear nuestro fondo.
Hace unos años, las Naciones Unidas impulsaron la Agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Algunos de esos objetivos tienen que ver con el mar, singularmente
¿Diría que se ha avanzado desde entonces?
Efectivamente, nuestro trabajo tiene todo que ver con el Objetivo número 14, de “vida bajo el agua”. El paso más importante que se ha dado desde entonces es el de la concienciación, porque cuando comenzamos, hace ahora 5 años, no encontrábamos tanta receptividad por parte de la sociedad. En aquel momento, el concepto de “economía azul” sonaba a lengua extranjera.
Pero esto ha progresado mucho, gracias a que las Naciones Unidas han puesto la sostenibilidad marina en la agenda, y eso se debe a la realidad del cambio climático y a la continua advertencia que nos hacen los científicos de que hay que recuperar los mares como requisito imprescindible para la vida de la humanidad. Cuando las instituciones se movilizan lo hacen lentamente, pero lo hacen. Y la sociedad tiene cada vez más voluntad de cuidar el entorno.
Si no lo hace, lo pagamos con pandemias, por ejemplo.
La pandemia del COVID ha tenido muchísimas consecuencias negativas. Pero si hay una positiva es que ha ayudado a tomar consciencia de que la protección de la biodiversidad es muy importante para prevenir situaciones como la actual. Estos factores están ayudando a movilizar a la sociedad en pro de la sostenibilidad marina, recogiendo y dedicando recursos a conservar el mar. Ahora nos toca dar un paso más, todavía.
El COVID ha tenido muchísimas consecuencias negativas. Pero si hay una positiva es que ha ayudado a tomar consciencia de que la protección de la biodiversidad es muy importante para prevenir situaciones como la actual
¿Cuál?
Debemos pasar del awareness (sensibilización) a la activation (la acción). Precisamente nuestro rol es el de intentar construir los puentes que ayuden a pasar de lo uno a lo otro, poniendo en marcha soluciones prácticas que conecten ciencia y tecnología con inversores y mundo empresarial.
Muchos creen que el mar es como una esponja que lo absorbe todo. Si usted tuviera que hacer un ranking de los peligros que lo acechan, ¿cuáles diría primero?
Lo que ha dicho usted es algo muy importante: el mar es visto socialmente como una gran alfombra bajo la cual podemos esconder suciedad pensando que no pasará nada. Forma parte de nuestra misión el que la sociedad conozca mejor el fondo marino. Cuando conoces algo, lo amas. Y si lo amas, lo proteges.
Eso es muy cierto.
Si nos pusiéramos unas gafas y pudiéramos ver lo que hay en el fondo marino, nos daríamos cuenta de que lo que tiramos allí no se destruye, sino que se queda. Y veríamos que la riqueza natural es escasa y que el fondo del mar no debe ser tratado nunca como un vertedero.
Si nos pusiéramos unas gafas y pudiéramos ver lo que hay en el fondo marino, nos daríamos cuenta de que lo que tiramos allí no se destruye, sino que se queda
Así que yo no haría ningún ranking, pero sí le hablaría de tres grandes problemas de la misma importancia: la contaminación causada principalmente por los plásticos y los materiales pesados; el cambio climático (que es un tema transversal porque nos afecta tanto a la vida de las personas como a la biodiversidad) y, finalmente, el de la protección de la biomasa y la diversidad: debemos mantenerlas para asegurarnos nuestros aprovisionamientos en el futuro.
Me hace recordar que existe un debate sobre si los cupos de pesca a nivel mundial son excesivos.
Tenemos un entorno marino que está superexplotado. Pero actualmente, gracias a las innovaciones tecnológicas y científicas, existen posibilidades de explotar el entorno de una manera sostenible. No se trata de evitar la explotación, se trata de cambiar el enfoque y convertir la actividad humana en algo sostenible y duradero. Hay que hacer que cualquier actividad extractiva tenga en cuenta el coste de todos los factores colaterales, que los hay y que están muchas veces infravalorados.
Tenemos un entorno marino que está superexplotado. Pero actualmente, gracias a las innovaciones tecnológicas y científicas, existen posibilidades de explotar el entorno de una manera sostenible
De tanto en cuanto los informativos explican que se ha inventado un plástico 100% degradable. ¿Tiene algún ejemplo de avance tecnológico que permita la explotación sostenible?
Se me ocurre uno sencillo. Actualmente hay empresas en Israel, Francia y España que pueden hacer que una instalación “gris” (o sea, que genera un impacto ambiental negativo en su entorno), se convierta en “azul”, es decir, que genere biodiversidad, biomasa y que ayude a parar el cambio climático. Esto, por ejemplo, se puede aplicar al caso de muchos puertos. No se trata de eliminarlos, sino de cambiar la manera en la que actúan.
También existen tecnologías interesantes que logran que espacios marinos degradados puedan ser recuperados. Y esto va especialmente bien con actividades turísticas que han contribuido a esa degradación pero que ahora pueden ser clave en la recuperación. Son procesos de renaturalización que mimetizan la naturaleza y que ponen sensores para monitorizar los progresos. Así que actualmente pueden ofrecerse actividades de explotación turística sostenible que financian la restauración del entorno.
El sector público ha avanzado mucho en materia ambiental desde que en los 70 aparecieron los primeros movimientos verdes. Tenemos actualmente ministerios de medio ambiente. Pero, en lo que ustedes hacen, ¿los fondos públicos están a la altura?
Diría que tenemos una oportunidad de mejora. Las cosas avanzan, pero a un ritmo demasiado lento. Y lo peor es que continuamente aparecen nuevas crisis que pasan por delante de este tema. Por ejemplo, la crisis del COVID. No deberíamos abandonar la preocupación medioambiental, porque, aunque los otros asuntos sean más inmediatos, la degradación del entorno marino puede tener un coste muy alto a largo plazo. Hay que actuar ahora y poner todos los recursos necesarios.
Las cosas avanzan, pero a un ritmo demasiado lento. Y lo peor es que continuamente aparecen nuevas crisis que pasan por delante de este tema. Por ejemplo, la crisis del COVID
Dicho esto, nuestra filosofía es poco partidaria de echar manos de los recursos públicos. Creemos que debemos ser capaces de atraer capitales privados bajo la premisa de la inversión de impacto. Pero el capital público puede jugar un papel esencial como catalizador de todos esos recursos.
¿En qué sentido?
En algunos países nórdicos, como Holanda, Suecia o Noruega, se crean fondos de inversión dedicados a la recuperación ambiental, o a la pobreza, cuya primera línea está compuesta por fondos públicos. Si las iniciativas salen mal, los fondos cubren las pérdidas. Pero si salen bien, recuperan también la liquidez y la rentabilidad que les corresponde, así que no se trata de subvenciones púbicas: si hay ganancias, quieren su parte. Pero dan seguridad a los inversores privados. Si tuviéramos esa iniciativa aquí, seguramente catalizaríamos más fondos provados.
En algunos países nórdicos hay fondos de inversión dedicados a la recuperación ambiental cuya primera línea está compuesta por fondos públicos. Si las iniciativas salen mal, los fondos cubren las pérdidas. Pero si salen bien, recuperan también la liquidez y la rentabilidad que les corresponde
En los últimos años, la industria automovilística está cambiando motores de combustión por motores eléctricos. ¿Sucede lo mismo en el sector náutico?
Actualmente ya podemos pensar en grandes embarcaciones propulsadas por medios menos contaminantes, aunque sinceramente no sabría confirmarle si podemos llegar a la total desaparición del combustible fósil. Pero ese es el camino: el de la substitución del motor de combustión por el motor eléctrico. En la náutica deportiva ya está pasando. Y hay ya mucha investigación realizada. El problema es que el entorno marino es más complejo: trasladar mercancías con megacontainers es más complicado que transportarlas con camiones por tierra.
La prensa decía hace poco que Japón planea devolver al mar toda el agua radiactiva que se acumuló cuando el desastre de Fukushima. ¿Qué piensa de ello?
No soy un experto científico, pero a título personal creo que no es una buena decisión. Pero le cuento que tenemos a un consejo asesor de personas de primerísimo nivel mundial en nuestro proyecto. Les preguntaré qué opinan.
Cambiando de tema, Barcelona es una ciudad con mucho ecosistema emprendedor. ¿Cree que los negocios de economía azul tienen espacio aquí?
Este es un universo en fase de creación. Existe una fuerte competencia entre diversas ciudades mediterráneas, como Alicante, Mónaco, Barcelona, Palma… para convertirse en las capitales mundiales de la economía azul. Yo creo que Barcelona tiene ante sí una oportunidad extraordinaria de serlo, por tratarse de una ciudad magnífica y por su ecosistema emprendedor tan activo. A lo mejor es una gran oportunidad en el marco de la actual crisis para generar gran cantidad de nuevos empleos.
Barcelona tiene ante sí una oportunidad extraordinaria de ser la capital mundial de la economía azul.
La última tiene que ver con el deporte. En una edición de la Barcelona World Race hubo un barco competidor que, además de ganar, quería recoger microplásticos por el camino. ¿Cree que esas acciones contribuyen de alguna manera a mejorar las cosas?
Absolutamente. Todo lo que ayude a informar a la sociedad y a proporcionar conocimiento es bienvenido. El caso que comenta salió en muchos medios de comunicación y ofreció unos datos muy interesantes a la ciencia. Antes le dije que conocer ayuda a querer y querer a conservar. Ahora le digo que la información, bien gestionada por la ciencia, ofrece soluciones.