La irrupción de las líneas de bajo coste o low cost ha democratizado uno de los mayores logros humanos del siglo XX: la conquista del aire, pero también nos ha privado de la emoción de la aventura que significa el hecho de volar. Sin embargo, aún quedan locos capaces de recuperar este espíritu de los pioneros. Infinit Air es una empresa que se fundó hace diez años por Mercè Martí, reconocida piloto internacional, ha ampliado su actividad como empresa de vuelos turísticos y acciones de marketing promocional y su mercado está en plena expansión.
Debe ser difícil crear una empresa a partir de una pasión.
Bien, ha sufrido modificaciones como cualquier empresa. Cuando nació, en 1997, estaba en un ámbito estrictamente deportivo y así fue durante tres o cuatro años. Por aquel entonces yo tenía otras actividades dedicadas a la aeronáutica pero en una vertiente comercial.
Y no acababa de encontrar su sitio.
¡Exacto! Llega un momento en el que no me encuentro a gusto con aquello que hago así que decido empezar una aventura empresarial con Infinit Air. Y me pongo en contacto con diferentes organismos para poder sacar adelante un proyecto que, entonces, parecía muy loco: dedicarme a hacer vuelos turísticos y promocionales. En otros países, como en los Estados Unidos, hace tiempo que funcionan, así que pensé que aquí quizá también podía hacerlo.
Bien, ¿y por dónde empezó?
Presenté una serie de proyectos y uno de ellos llegó a manos del Parque de Atracciones de Barcelona Tibidabo. Entonces tuve la suerte de que en aquellos momentos se encontraba en la expansión del sector privado al público y querían cierta imagen de renovación. Estuve en el sitio y en el momento oportunos, porque del legendario avión estático del Tibidabo creamos una versión alternativa y real. Durante dos años transporté a 1.500 personas, la mitad niños. La experiencia fue muy positiva y entonces vi que el proyecto que había iniciado tenía un cierto sentido.
Pero no se conformó con eso, claro.
No, claro que no. No pensaba que sólo tenía que hacer vuelos turísticos y programas dinámicos, así que abrí el proyecto a otros campos. Y entró la Administración pública.
¿Y qué es lo que hizo?
Por aquel entonces, la Administración hacía una serie de trabajos relacionados con el tema de vigilancia, observación y patrullaje, y constaté que en otros países se hacen con aviones de motor como el nuestro. Así que hice un sondeo a la Generalitat, y mi proyecto les gustó mucho. Resulta que muchos de estos trabajos se realizan en helicóptero y son tres o cuatro veces más caros que en avión.
Entonces, fue hacia adelante.
Sí, compré un avión, y con la ayuda de mi familia el trabajo fue aceptado para faenas de bosques y tráfico. Yo me dediqué al tráfico y luego ofrecí otros servicios. Empezamos a facturar más, claro. Abrimos negocio con fotografía aérea con un sistema muy sofisticado y ahora también hacemos servicio marítimo y forestal. Y los vuelos turísticos los mantenemos.
Vuelos promocionales, Administración… ¿a qué más se dedican?
Nuestra experiencia nos permite ofrecer otros servicios, como fotografía y filmación aérea, publicidad y vuelos promocionales, organizar eventos aeronáuticos, realizar un servicio de consultoría para el desarrollo de planes directivos de aeródromos y aeropuertos de Cataluña, e incluso podemos ser un incentivo para clientes, proveedores y trabajadores de empresas, para hacer un viaje personalizado en avión.
¿Cree que su negocio crecerá más?
No quiero crecer más, porque lo que quiero ahora es marcharme fuera. En verano trabajamos diez personas y en invierno cinco. Para lo que hacemos considero que es suficiente.
Ha tenido la gran suerte de dedicarse a algo que le apasiona.
Mire, nunca he pretendido hacerme millonaria, sino ser realista y hacer, eso sí, aquello que más me apetece. Quiero decir que también hay que ser consciente de aquello que se puede hacer de verdad, conociendo los límites. Para mi, esto es una experiencia más, me llena y me gusta.
Los límites que se ha marcado en el negocio deben condicionarle.
Sí, es cierto que hay límites, y que este negocio es complicado. Depende de muchos factores, el principal de los cuales es la experiencia de los pilotos, claro. Pero hay otros elementos: la estabilidad económica, la especialización… pero también hay que decir que en España no hay demasiada competencia, y algunas variantes que podrían introducirse, como una franquicia, no creo que funcionaran.
Parece que ya le está bien esto.
Mire, a mi lo que me gusta es volar y ahora me estoy dedicando más a la gestión, cosa que no acaba de convencerme. Pero veremos lo que acaba pasando en un futuro.