La compañía que dirige, BCN-Resol, es responsable de una serie de soluciones digitales de prevención. ¿Cuál es la génesis del proyecto?
Aunque soy uno de los fundadores, debo decir que el embrión de la idea no fue mío, sino de María, una de las socias, y de sus colaboradoras. Ella es abogada y a su bufete, un día, llegaron unos clientes con una situación dramática: eran una pareja cuyo hijo se acababa de suicidar tras ser víctima de ciberacoso y no sabían a quién recurrir.
Caramba.
María sintió que debía ayudarles. Quería hacer algo al respecto, pero no sabía exactamente el qué. Ese fue el detonante del proyecto. Pronto contactó con Marta, una compañera suya, que es especialista en la gestión de conflictos. También sintió que había que hacer algo al respecto. Junto a las dos socias de Marta fueron cuatro profesionales de la abogacía las que se decidieron a luchar contra el ciberacoso. Y ahí comenzó el proceso.
¿Y cómo siguió el proyecto?
Ellas vieron que nuestro mundo adulto es analógico. Las relaciones entre las personas todavía se producen cara a cara. Pero para nuestros adolescentes ya no es así. El ciberacoso proviene de la red. Entonces, ¿por qué no crear herramientas que hagan el bien, pero desde el ámbito digital? Ese fue el paso que dieron.
Así pues, contactaron con personas que estábamos en el mundo de la tecnología. Su idea era muy buena y gente como Jordi Iparraguirre, Jaume Caterineu y yo mismo nos sentimos involucrados. Por aquel entonces yo, que ya había llegado a la edad de los cincuenta, me dedicaba a la mentoría de otros proyectos. Al conocer este, decidí zambullirme en él. Esto sucedió en 2016 y las cuatro abogadas y yo mismo nos hicimos socios del proyecto.
¿Cuánto tiempo pasó entre la idea original y la puesta en marcha de su startup?
La idea nació en 2012, mientras que la constitución y primera solución llegaron en 2016. Así que dedicamos 4 años a destilar nuestra idea hasta llegar al proyecto final.
Ustedes pudieron haberse convertido en una ONG y trabajar de manera no lucrativa. Sin embargo, optaron por constituirse como una sociedad mercantil. ¿Por qué?
Es un tema muy interesante. Uno de los debates iniciales fue el de si íbamos a ser una entidad no lucrativa o un modelo de negocio. Finalmente optamos por lo segundo y pasamos a ser una startup, aunque con una visión un poco peculiar: la de que la lucha contra el ciberacoso fuera nuestra contribución a la responsabilidad social corporativa.
Es un poco triste, pero cuando ofrecíamos una solución gratuita a algunas entidades, no se la tomaban con interés. Decidimos ofrecerles algo con un precio suficientemente bajo como para que no supusiera una barrera de entrada, pero significativo como para que se le diera valor. Así nacieron nuestras licencias de servicio.
¿Quiénes son sus clientes?
Damos ese tipo de licencias a centros educativos, institutos, escuelas, administraciones públicas, clubes deportivos, etc. Por su parte, existe una decisión volitiva de que sus usuarios más jóvenes tengan acceso a nuestra herramienta. Vimos que quienes sufren problemas como podrían ser las autolesiones, las bulimias, las anorexias, etc. son los adolescentes… Cuando las detectamos en fases iniciales, las podemos tratar.
Y más tarde escalaron el servicio.
Así es. Vimos que en las empresas existen problemas parecidos. Quizás no exista el bullying, pero sí el acoso de todo tipo. Así que decidimos aprovechar nuestro know-how en adolescentes para aplicarlo a los adultos. Aquí ya tenemos un producto para organizaciones que tiene un coste superior, lo que nos permite en parte sufragar el proyecto que tenemos con los centros educativos.
Así pues, su negocio parece que tiene una vertiente tecnológica y otra psicológica. ¿Es así?
Más bien nos vemos como una pieza del puzle. No lo hacemos todo. Queremos hacer tan solo una parte, pero muy bien. Con el uso de la tecnología queremos prevenir cuanto antes estos fenómenos y documentar todas las acciones que se lleven a cabo. Pero quien en realidad realiza la gestión son los especialistas.
De manera complementaria a nuestra actividad, mantenemos actualizado un mapa de especialistas en diferentes áreas (psicólogos, expertos en trastornos de conducta alimentaria, en ciber-delincuencia) y si algún centro los solicita los ponemos en contacto.
Sus usuarios finales, ¿en qué ámbitos de edad o biografía se encuentran?
Por un lado, tenemos B-Resol, que es la solución para adolescentes. Los usuarios tienen entre 10 y 16 años, que es un ámbito de edad en el que la personalidad se está formando. Sabemos que los niños y las niñas comienzan a utilizar el móvil a partir de los 12 años, pero también damos la posibilidad de dar un aviso (o hacer un click) desde una página web, o una tableta, para quien no utiliza el celular. La solución Co-Resol, para adultos, es útil a cualquier edad.
¿Cuántas actuaciones han realizado ya, si es que las han podido cuantificar?
Los datos de los clicks se mantienen de forma absolutamente confidencial, ya sea por parte del usuario como del organismo que gestiona la licencia. Así que en B-Resol no sabemos prácticamente quiénes son esas personas usuarias. Pero tenemos algunas cifras. Por ejemplo, en los dos últimos años hemos generado más de 3.000 clicks de personas que han pedido ayuda en algún momento.
Otro dato disponible es que el 80% de los clicks no los ha hecho quienes sufren un acoso, sino personas del entorno de las víctimas, así que hemos conseguido haya observadores activos de la situación. La herramienta está pensada para que el entorno de la persona pueda ayudar ayude. Es cierto que existe la posibilidad de identificarse, pero la mayoría de los usuarios deciden hacer su trabajo de manera anónima.
¿Reciben avisos falsos?
Nos enorgullece ver el grado de responsabilidad en los adolescentes: ellos podrían enviar cualquier mensaje, incluso podrían decir sandeces o hacerse los graciosos gastando bromas. Sin embargo, no lo hacen. El número de casos es mínimo. Y, aunque haya alguno, no se desvirtúa el valor de las alertas que son ciertas.
Una vez reciben el aviso, y alguien interviene, ¿qué impacto tienen las actuaciones?
Nosotros estamos implantados en España y en Andorra. En junio pasado, Andorra Telecom editó un documento con datos cualitativos y cuantitativos de lo que ha sucedido con los 5 centros de ese país en los que B-Resol está activo. Se han detectado y tratado numerosos casos de acoso, anorexia-bulimia, conflictos, etc.
¿También las adicciones y el phishing o suplantaciones de personalidad?
También recibimos ese tipo de avisos. Y de autolesiones, drogadicción, violencia familiar y trastornos de personalidad. Algunos centros nos dicen que reciben aviso de problemas que no son responsabilidad del centro. Les decimos que es normal, que es parte de la vida misma.
Un ejemplo real es el caso de una niña que pidió ayuda para una compañera suya a la que notaba que le estaba pasando algo. Tras mediar un poco la escuela, supieron que el papá de la niña había perdido el trabajo y el sueldo. Lógicamente la escuela no podía hacer nada al respecto, pero sí que pudo establecer un cierto refuerzo psicológico para la niña.
También puede ser que los alumnos alerten de problemas que tengan con maestros. Cualquier combinatoria es posible.
Seguramente su herramienta debe ser muy bien valorada por las administraciones públicas.
Así es. Tenemos la suerte de colaborar ya con el Departamento de Educación de la Generalitat y con un grupo de veinte centros educativos que tienen un proyecto anti-bullying. También el caso de Andorra está gestionado a través de su Ministerio de Educación, que ha puesto las licencias a disposición de los centros del país. Algunos ayuntamientos han hecho lo propio: un municipio de Valencia lo ha ofrecido a todos los adolescentes para que puedan ser recibidos por orientadores profesionales.
Sabemos que tras los nombres comerciales de su empresa y sus productos hay una pequeña historia.
El nombre de la compañía es BCN-Resol, porque nos sentimos muy orgullosos de ser de Barcelona. La herramienta para adolescentes se llama B-Resol, que es un juego de palabras con la “B” de “Barcelona”, “Bullying” y “Be the solution”. En cuanto a la solución para adultos es Co-Resol, que resuena a “Corporativo”, a “Cooperación”, etc.
Usted es un emprendedor de 58 años, que se siente como tal. ¿Cómo se encuentra en un entorno como el de Barcelona Activa, con tanto joven emprendedor alrededor?
Me siento en un universo lleno de veinteañeros, que es un caldo de cultivo fantástico, con perfiles locales, nacionales e internacionales. Esto es como el Toledo de la Edad Media, pero aquí y ahora. Recibo aquí todo tipo de energías positivas.