Probablemente, la palabra que más ha sonado estos últimos días en nuestro país ha sido la que encabeza este artículo: los minijobs. Trabajos que en la Europa sin grandes tasas de paro, ya se ha consolidado, aunque no sin un firme grupo de detractores, sobre todo en Alemania, paradigma europeo para todos los demás países de la Unión.
Un miniempleo es un trabajo a tiempo parcial, que permite a los empleadores tener ciertas ventajas a la hora de contratar, desde las ventajas fiscales, con cuota reducida, a exenciones en cuotas a la seguridad social. Al final, el resultado es que miles de personas dejan de estar en las listas del paro, y se dedican, según necesidades, a buscar dos y hasta tres remuneraciones de este tipo, según su jornada les permita.
Es lo que hay. Podemos estar de acuerdo en lo que significa el concepto de salario mínimo, la dignidad de un salario al que todos deberíamos tener derecho por trabajar, que, por cierto, es otro derecho que se recoge en las cartas constitucionales. Pero, repito, el Mundo está hoy en esta tesitura. Lo tomas o lo dejas.
Se trata, en resumen, de incentivar la contratación de los empresarios bajando substancialmente impuestos y cotizaciones, con lo cual, el Estado, reduce su ingreso por ese concepto, pero recupera el aliento gracias a la reducción de las listas del subsidio de desempleo.
Es lógico pensar que un padre de familia, una madre de familia, con unas necesidades de subsistencia equis, no puedan agarrarse a esos 400 euros por 4 horas de trabajo. Pero va a acabar siendo eso o…cero. Todos recordamos el “bono” de Zapatero `para parados sin derecho a subsidio. Y llega un día, que las arcas de los maltrechos estados del Sur, deben entender que, aunque lo ideal sería tener trabajo a jornada completa para todos, lo que hay hoy en la mesa no va por ahí.
En los próximos meses vamos a asistir a muchos cambios de actitud. Los políticos deberán ser los primeros en mover ficha, y luego, nos tocará a quienes estamos en la llamada sociedad civil. Igual que llegó un día en que, para sorpresa de nuestros abuelos, o de nuestros padres- los que ya tenemos una edad-nuestro empleo ya no era para toda la vida y se forjó el concepto de movilidad, habrá que hacer algo para alentar esa recuperación económica que todos ven al final de un túnel que, ahora mismo, se hace inacabable.
Hay que cambiar los conceptos, aceptar las nuevas condiciones del juego, apretarse el cinturón, las cinchas, y todo lo que se pueda apretar, y tratar de reinventarse. Nada va a ser como antes de esta etapa en la que , incluso los alemanes, se han inventado algo que, en el fondo, es un salario mínimo reducido.