Hoy en día, la inserción laboral se ha convertido en una de las grandes preocupaciones de los jóvenes, y no es para menos.
Se habla incluso de una “generación perdida”, pero muchos de nosotros nos resignamos. Me niego a pensar que todo el esfuerzo sea en vano, que después de tantos años de formación para optar a un futuro mejor y trabajar en aquello que realmente te gusta y que puede hacer que te sientas satisfecho y realizado, sea sólo el reflejo de una ilusión que no va a llegar a ser más que eso.
Cada año nuevos titulados universitarios, motivados e ilusionados, salen al mercado laboral deseosos de comenzar una nueva etapa en su vida e insertarse en el sector empresarial. Comienza para ellos la búsqueda de empleo; sin embargo, la demanda supera con creces la oferta, en un mercado tan afectado por la crisis económica que, en nuestro país, ha hecho mella en todos los sectores. Jóvenes que poseen titulación académica y que durante su formación han adquirido habilidades, aptitudes y conocimientos suficientes, se encuentran con fuertes barreras de acceso para comenzar a trabajar.
Es cierto que la inserción laboral nunca ha sido fácil, pero en los últimos años estamos llegando a un panorama desolador que nada tiene que ver con el de hace 15 años, cuando el joven salía de la universidad y en una media de uno o dos años conseguía empezar a trabajar. Quizás no emprendía su camino profesional en el puesto trabajo de su vida, pero emprendía el camino.
Uno de cada dos jóvenes en España está en situación de desempleo
Se habla del 48% de desempleo juvenil según un informe publicado por la Oficina Estadística Comunitaria Eurostat, es decir, uno de cada dos jóvenes en España está en situación de desempleo. Según la EPA (Encuesta de población activa) en España existen casi 8 millones de jóvenes entre 16 y 29 años. De ellos, la mitad (48%) trabaja, el 13% está en paro y el 38% está inactivo, fundamentalmente porque se dedica a estudiar. Las estadísticas apuntan también que la relación entre el nivel de formación y la facilidad para encontrar empleo entre hombres y mujeres menores de 30 años no es la misma. No voy a profundizar en este aspecto, porque si lo hiciera abriríamos otro debate delicado que me desviaría del tema que estamos tratando; lo dejaremos para otra ocasión.
Ante este panorama se plantean muchas cuestiones y se abren grandes temas de discusión; ¿Quizás sea el momento de emprender?, ¿la difícil situación laboral está teniendo como consecuencia la llamada “titulitis”?, ¿se están convirtiendo las becas en la única esperanza de los jóvenes para tomar contacto con el sector empresarial?, ¿Es la crisis la principal causa de la conocida “fuga de cerebros” que está teniendo lugar en nuestro país en los últimos años?, ¿cuál es el papel que tiene el Estado y la clase gobernante ante tal situación? ¿y cuál es el de las empresas?, etc. Muchos problemas y pocas soluciones.
Emprender es una de las opciones que, cada vez más, se plantean los jóvenes. Un camino nada fácil en nuestro país; problemas burocráticos, falta de crédito y de financiación, falta de apoyo por parte del estado, inexperiencia… son algunas de las barreras a las que hay que enfrentarse. Pienso que España no motiva a los jóvenes emprendedores y los estudios lo demuestran. La población activa comprendida entre 16 y 29 años es de 4.639.000 trabajadores (62%), de los cuales sólo 185.300 son autónomos. Estas cifras sitúan a España como uno de los países del mundo con más dificultades a la hora de crear trabajo por cuenta propia en los jóvenes. Sabiendo esto, y que también lidera la lista de países europeos con más desempleo, comprendemos la gran “fuga de cerebros” que se está dando en los últimos años.
Pues sí, pienso que podría ser una de las soluciones al problema; huir al extranjero, que aunque la crisis sea mundial, no hace falta decir que aquí los gobiernos no están gestionándola como deberían. Movimientos como el 15M ponen en evidencia la ineficacia de la clase política. Pero claro, huir al extranjero no siempre es una posibilidad que está alcance de todos o no es una alternativa que se quiera tomar.
Otra opción que nos queda es continuar la formación y eso es lo que estamos haciendo la mayoría. El número de estudiantes aumenta cada año, jóvenes que habían abandonado los estudios para trabajar los retoman y jóvenes con titulaciones académicas que salen al mercado laboral siguen estudiando ante la falta de trabajo. En mi opinión, la formación es una buena opción, a pesar de que se escuche que estamos cayendo en la “titulitis”, término que ya se está popularizando. La presunta es: ¿Qué hacemos?, ¿nos cruzamos de brazos y esperamos en casa a que nos contraten? Eso nunca. Soy más partidaria de la “titulitis” que la de fomar parte de los “ni-nis”, jóvenes que ni estudian ni trabajan. Si no nos contratan seguiremos formándonos y así estaremos preparados para cuando la situación laboral del país mejore, y esperemos que suceda pronto.
Nos encontramos en un círculo vicioso del que por ahora está siendo difícil salir. Jóvenes titulados a los que se nos pide experiencia para cubrir un puesto de trabajo y empresas que no contratan a jóvenes sin experiencia; si no tengo experiencia no tengo trabajo pero si no trabajo no adquiero experiencia, un gran problema sin solución aparente. Aunque para eso supuestamente existen las becas, para adquirirla y fomentar la inserción laboral, o eso dicen. Yo estoy empezando a dudar. Puede que antes fuera así pero la crisis ha desvirtuado el concepto de beca. Se han convertido en el “opio de los jóvenes” y en algo que favorece más a las empresas que a los propios titulados. Puestos de trabajo que nunca se llegan a crear, un becario sale y otro entra. Estoy a favor de las becas, por supuesto, aportan muchos beneficios; contacto con el mundo laboral y experiencia pero el principal fin por el que se crean, que es el de tener la posibilidad de ser contratado posteriormente por la empresa, ya no es real. Opino que la Administración debería revisar este tema y replantearse ciertos aspectos para favorecer realmente la inserción del recién titulado.
En fin, la situación económica del país está tocando fondo y el desempleo, no sólo en los jóvenes, es cada vez mayor, eso lo sabemos todos. Pero ante las adversidades hay que crecerse, analizar las alternativas posibles al problema y escoger la que cada uno considere más adecuada según la situación a la que se enfrente. Nunca tirar la toalla. Seguir luchando porque la situación cambie. Todos, gobiernos, empresas y consumidores, ciudadanos en general, formamos parte de una sociedad y por tanto tenemos que ser responsables, contamos con derechos pero también con deberes, y debemos ser consciente de ello.
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