La diferencia en intereses y objetivos, principales obstáculos para el Consejo de Comercio y Tecnología (TTC) entre Estados Unidos y la Unión Europea

0
684

El TTC es una importante oportunidad para configurar la gobernanza tecnológica mundial en torno a los valores esenciales de la democracia, las sociedades abiertas y las economías de mercado que comparten Estados Unidos y la Unión Europea

Aunque la Unión Europea y Estados Unidos hayan convergido en torno a la necesidad de creación del Consejo de Comercio y Tecnología (TTC), aún queda mucho camino para alinear ambas perspectivas, porque, mientras la primera juega a la defensiva para construir su autonomía y los segundos consideran las políticas tecnológicas como un medio para mantener su papel de superpotencia y contener el auge chino. Esta es una de las conclusiones del informe “El Consejo de Comercio y Tecnología (TTC) entre EE. UU. y la UE: Estado actual, problemas y retos para la relación transatlántica”, elaborado por José Ignacio Torreblanca, senior fellow de EsadeEcPol y director en Madrid del European Council on Foreign Relations (ECFR), y Raquel Jorge-Ricart, policy analyst en el Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales, para ‘Open Internet Governance Institute’ (OIGI), iniciativa impulsada por EsadeEcPol para impulsar una gobernanza de internet global y abierta.

El éxito del Consejo de Comercio y Tecnología se enfrenta a dos riesgos —cita el informe—:El primero radica en que la Unión Europea se limite a abordar cuestiones de regulación del mercado, en las que Estados Unidos difícilmente puede llegar a un acuerdo, y  el segundo, que este último solo entienda el tratado como un ejercicio para contrarrestar a China, lo que generaría frustración tanto en Washington, porque la contribución de la Unión Europea nunca cumplirá las expectativas en contenido y rapidez, como en Bruselas, a la que no solo le preocupa Pekín, sino también el poder de las empresas tecnológicas estadounidenses”.

Reconstruir la relación transatlántica

La relación transatlántica se encuentra en un momento de reconstrucción; un momento marcado por convergencias importantes, pero a su vez por diferencias cruciales en los intereses y objetivos de la Unión Europea y Estados Unidos, y en las estrategias destinadas por ambos a conseguir sus metas. El TTC se estructura en torno a diez grupos de trabajoque abarcan un amplio abanico de temas: la cooperación en el establecimiento de estándares tecnológicos, las tecnologías verdes y climáticas, la seguridad de las cadenas de suministro, la seguridad y competitividad de las tecnologías de información y comunicación, la gobernanza de datos y las plataformas tecnológicas, el uso indebido de la tecnología que amenaza la seguridad y los derechos humanos, los controles de exportación, la monitorización de inversiones en sectores sensibles, el fomento del acceso de las pymes a las tecnologías digitales y su uso, y los retos del comercio global.

Según José Ignacio Torreblanca y Raquel Jorge-Ricart“la creación del Consejo de Comercio y Tecnología es una prueba del objetivo compartido por ambas partes de superar las antiguas diferencias en áreas fundamentales del mercado y la industria y mejorar los intercambios comerciales y tecnológicos”. “Sin embargo —añaden—, el TTC también ofrece una importante oportunidad para configurar la gobernanza tecnológica mundial en torno a los valores esenciales de la democracia, las sociedades abiertas y las economías de mercado que comparten Estados Uidos y la Unión Europea”. “En última instancia, éstos deberían extender los eventuales beneficios de su cooperación en cuestiones tecnológicas para llegar a los aliados, a los países afines y a otras regiones e, idealmente, ayudar a crear un orden tecnológico justo e inclusivo basado en normas”, recomiendan los autores de este primer informe del Open Internet Governance Insititute (OIGI) de EsadeEcPol.

En concreto, el documento agrupa el impacto y las consecuencias del TTC en tres aspectos:

  • Mercados: Un realineamiento transatlántico basado en un marco regulador que proporcione seguridad jurídica podría aumentar beneficios al consumidor, así como reducir fricciones comerciales, limitando los costes y externalidades negativas de un mercado transatlántico fragmentado. Sin embargo, sin tratar el polémico de los flujos de datos, orillado hasta ahora por el TTC, su éxito estará en entredicho.
  • Seguridad: Un realineamiento transatlántico proporcionaría regímenes eficientes para proteger inversiones en sectores cruciales y garantizar que no se exporten tecnologías clave a autocracias, ayudando a nuestros aliados a preservar la seguridad de sus infraestructuras digitales.
  • Democracia y valores: Un realineamiento transatlántico podría fortalecer la democracia y los derechos humanos, pero para ello hará falta un acuerdo sobre la regulación de plataformas y la moderación de contenidos. Sin ello, el relato democrático adoptado por el TTC puede quedarse en simple retórica.

El cambio geopolítico motivado por la tecnología es una realidad. Por esta razón, el informe advierte que a ambas partes les interesa abordar la tecnología también desde los valores, y plantear el TTC, no como un mero ejercicio transaccional sino como una respuesta conjunta y estratégica a un reto geopolítico significativo que determina el poder y las alianzas, y un motor de la gobernanza tecnológica democrática que proporciona un refugio en el que las democracias en ciernes, las vulnerables y las establecidas, pueden protegerse”.

Fuente: ESADE

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Feedback se reserva el derecho de revisar los comentarios y despublicar en caso de no ser apropiados.