Los países más desarrollados padecen una caída estructural de la natalidad que afecta al sistema de reemplazo. Expertos como Raúl Sánchez, director ejecutivo de FANOC, advierten que será difícil mantener el estado del bienestar si nada cambia.
La tasa de natalidad ha caído en casi todo el mundo. ¿Es un reto tan grave como dicen?
El problema del invierno demográfico es inédito. Afecta a casi todo el mundo, con la única excepción del África subsahariana. Nunca en la historia hubo un descenso tan rápido y sostenido de la fecundidad sin una causa conocida. En tiempos de epidemias y de catástrofes naturales, o de guerras, la natalidad caía, pero se recuperaba en seguida. Ahora ya no.
El problema del invierno demográfico es inédito. Nunca en la historia hubo un descenso tan rápido y sostenido de la fecundidad sin una causa conocida
¿Y en España?
Aquí, concretamente, venimos sufriendo un descenso sistemático de la natalidad desde hace cuarenta años, cuando cruzamos el umbral de los 1,5 hijos por pareja. Antes había más de un millón de familias con más de tres hijos. Ahora, en cambio, no podemos cubrir el reemplazo generacional. Y esta es una cuestión básica para nuestra sociedad: el estado del bienestar se basa en el sistema de reemplazo…
¿Qué significa?
Básicamente, que el estado del bienestar se financia a partir de lo que las generaciones activas del momento pagan en concepto de cotizaciones sociales. Con este dinero se satisfacen las necesidades de las clases pasivas (personas jubiladas, pensionistas, etc.). Hasta ahora, todos contribuíamos en la confianza de que los que vendrían después harían lo mismo por nosotros.
Pero el sistema podría colapsar…
Cuando se pasan cuarenta años sin un reemplazo eficaz, se crea un vacío que es muy difícil de rellenar. Y ya no sólo se trata de un problema de mercado laboral, sino de futuro.
Ni siquiera hay suficientes mujeres en edad fértil que puedan tener los hijos necesarios para cubrir las pensiones y la dependencia de las clases pasivas futuras. Además, la esperanza de vida va aumentando. Y España, junto con Japón, es de los países líderes en longevidad.
No hay suficientes mujeres en edad fértil que puedan tener los hijos necesarios para cubrir las pensiones y la dependencia de las clases pasivas
Cada vez vivimos más, y mejor.
Sí. Pero ahora mismo tenemos una generación muy numerosa de personas pasivas, que viven muchos años y que reciben unas pensiones muy grandes que hay que mantener. Mientras tanto, la masa trabajadora se va haciendo cada vez más pequeña.
El problema es muy serio. La Seguridad Social española ya ha entrado en quiebra, cuando siempre había sido un sistema autosuficiente o que generaba superávit. Los expertos lo estamos advirtiendo desde hace tiempo: si nada cambia iremos hacia un empobrecimiento de la sociedad, muy difícil de resolver.
Si nada cambia avanzaremos hacia un empobrecimiento de la sociedad, muy difícil de resolver
¿Las Administraciones están tomando alguna medida?
Este no es el problema de un país específico. Más bien, es un riesgo sistemático. En España, hasta ahora, lo hemos podido compensar mediante la inmigración que nos ha ido llegando. Pero esta inmigración no termina de ser una solución completa.
¿Por qué?
Fijémonos en el caso alemán. Allí viven muchísimas personas originarias de Turquía. Pero cuando se establecen en Alemania, la natalidad de este colectivo también se reduce en comparación a la que hay en el país de origen. Lo mismo ocurre en otros países. La inmigración puede resolver necesidades puntuales del mercado laboral, pero no el problema del reemplazo generacional.
La inmigración puede aligerar necesidades puntuales del mercado laboral, pero no el problema del reemplazo generacional
Entonces, deberíamos entender mejor los motivos por los que la natalidad cae en los países ricos…
Este es el gran debate: ¿Qué es lo que ha sucedido desde los años 80 que explique por qué hemos dejado de tener los hijos que teníamos antes? Y no nos acabamos de poner de acuerdo. Pero la conclusión que más consenso genera dice que hay una mezcla de factores.
¿Nos puede decir alguno?
Sí. Por ejemplo, el de la globalización, que ha aumentado desde aquellos años. Un número creciente de personas trabajan ahora en todas partes del mundo, o deben deslocalizar su trabajo. Y eso les hace alejarse de la red familiar, que es un factor importante a la hora de decidirse a tener un hijo.
No hace mucho publiqué una oferta de trabajo y recibí 300 solicitudes. Eran candidaturas de todo el mundo. La competitividad en el mercado laboral es muy grande, porque cualquier profesional puede trabajar en casi cualquier país. Y las empresas lo saben, y pueden aprovechar el talento de la gente joven. Pero eso también les dificulta la posibilidad de independizarse familiarmente hasta una edad más tardía.
Estar cerca de la red familiar es un factor importante a la hora de decidirse a tener un hijo
Ciertamente.
Hoy en España las mujeres tienen su primer hijo a una edad media de 34 años. Biológicamente, no es la mejor edad. Además, también está el factor de la vivienda: antes, una casa era un bien raíz, que no se movía de valor. Pero ahora los inmuebles han entrado en la mecánica especulativa, y eso entrampa a las familias y las obliga a pagar hipotecas enormes y durante muchos años.
Antes, una casa era un bien raíz, que no se movía de valor. Pero ahora los inmuebles han entrado en la mecánica especulativa
Es un problema que afecta a todos los municipios, grandes y pequeños.
Y, además, hay un tema cultural muy importante: en los años 60 y 70 del siglo pasado asistimos a las revoluciones de la libertad, de la anticoncepción, del divorcio, y todo ello tuvo un gran impacto sobre la estructura familiar.
El filósofo Zygmunt Bauman habló de la «sociedad líquida»: esta es una época en la que la sociedad ya no confía en los compromisos, pero consume masivamente y pone el foco en alcanzar la máxima productividad. La familia ha pasado a un segundo plano, o ha quedado fuera del debate. Ahora tenemos una dimensión más individual. Y eso genera un conflicto.
La familia pasa a un segundo plano, o ha desaparecido del debate. Ahora prima la dimensión individual. Y eso genera un conflicto
¿Y qué es recomendable hacer?
Pues, del mismo modo que se ha ido introduciendo la perspectiva de género y la medioambiental en muchas actividades humanas, es el momento de poner la perspectiva de familia a las cosas que hacemos. Creo que es el tema prioritario.
¿Y los incentivos públicos?
Los expertos dicen que no es suficiente con incentivar a las familias. Países nórdicos como Suecia, Noruega o Dinamarca dan mucho dinero a las familias y disponen de unas medidas de conciliación increíbles. Por ejemplo: conceden 18 meses de permisos paternos y maternos por cada hijo. Y, en cambio, tampoco llegan a los 1,5 hijos por pareja. Estamos ante un problema de fondo, cultural. Nos afecta a nosotros igual que a ellos.
Hasta que los hijos no sean vistos como una aportación positiva a la sociedad, y tenerlos deje de verse como un problema, la situación no cambiará.
¿De verdad se ve como un problema?
Ahora mismo, tener hijos es visto como un problema. De hecho, los estados quieren dar dinero y permisos, como si quisieran paliarlo. Pero afecta a la sociedad entera.
Algunos países han intentado medidas extremas.
Pero no es fácil que tengan éxito. China es un país que ha crecido mucho. Y durante unos años tuvo aquella política del hijo único. Pero ya se veía que eso los llevaría a un problema a largo plazo: en la medida en que la gente se va jubilando, ven que se quedan sin reemplazo. Actualmente ya están intentando que las familias tengan tres hijos, pero no lo consiguen, ni siquiera con dinero. Lo mismo ocurre en Corea del sur.
Lo que no funciona son las medidas políticas puntuales, como el «cheque bebé». No sirven si sólo duran un mandato. Lo que se necesita es un consenso más general. Hay que entender que la baja natalidad es un problema de estado, que nos afecta a todos. Y, a partir de ahí, hacer planes a medio y largo plazo.
Lo que no funciona son las medidas puntuales, como el «cheque bebé», si solo duran un mandato
La estabilidad ayuda.
Las políticas familiares solo pueden tener impacto si las personas confían en la estabilidad de estas medidas a lo largo del tiempo. Si a la familia le prometen 1.500 euros por hijo, pero se los retiran al cabo de cuatro años, nadie se arriesga a tener hijos, porque sabe que ese sí es un compromiso para toda la vida.
Hay que tener paciencia y entender que los resultados de estas políticas llegan al cabo de 20 años de ponerlas en práctica. Y deben ser políticas integrales, que impliquen a todos los sectores de la sociedad.
Los resultados de las políticas demográficas llegan a los 20 años de implementarlas. Hay que tener paciencia
Ustedes dicen que existe una diferencia conceptual entre las políticas sociales y las políticas de familia.
Así es. Las políticas sociales se dirigen a los colectivos en riesgo de exclusión. Las de familia, a toda la ciudadanía. Quizás nos estemos concentrando en las primeras, pero nos estamos olvidando de las segundas.
En otros países hay ministerios de asuntos sociales y de políticas familiares. Aquí siempre hemos unido ambas cuestiones dentro de una misma cartera. Y, en el fondo, no acabamos haciendo nada para las familias: horarios escolares, viviendas, rentas… Hay que hacer un planteamiento integral que tenga en cuenta a todas las familias, no sólo el punto de vista de aquellas que están en riesgo de exclusión.
La baja natalidad también pone en riesgo las escuelas. Muchas tendrán que cerrar.
Son puras matemáticas. El descenso de nacimientos nos dice que habrá menos niños en edad escolar en los próximos años. Y menos universitarios. Y menos pensiones en el futuro. Es un efecto multiplicador. Como le decía, muchos piensan que la inmigración lo compensará, pero es difícil. Los países de origen de estas personas (en América Latina, Europa del este o norte de África) también se empiezan a encontrar en el invierno demográfico. Pronto dejarán de ser países emisores.
Más bien hay que invertir en lo que tenemos aquí: unas políticas familiares globales útiles, que ayuden tanto a los naturales de aquí como a los que vengan de fuera, y que les hagan entender que sus hijos serán bien acogidos porque son un valor para la sociedad. Si empiezan a nacer niños y niñas hoy, en unos años volveremos a tener las escuelas llenas. Los planes deben ser a largo plazo. Ahora mismo, no hay planificación.
Si empiezan a nacer niños y niñas hoy, en unos años volveremos a tener las escuelas llenas



