Paco Gea

Psicólogo y conferenciante

Zonas azules

“Hay un desconocimiento brutal de la vejez”

El psicólogo Paco Gea revela el potencial de la gente mayor en su charla motivacional
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Tras una vida profesional dedicada a la gestión de RRHH y a la formación, Paco Gea propone una reflexión de fondo en “Tengo 70 años y el otro día tenía 18”. Esta sociedad, asegura, está desaprovechando el inmenso potencial de las personas mayores.

¿Francisco o Paco?

Paco está bien.

¿Qué es la vejez?

Como decía un entrenador de fútbol de hace años: “fútbol es futbol”. Bueno, pues la vejez lo mismo: quien no sepa lo que es, que se espere unos años más y seguro que lo aprenderá.

Quien no sepa lo que es la vejez, que se espere unos años más y seguro que lo aprenderá

Usted trabajó muchos años en TVE. A finales de los 90 y principios de los 2000 fue director comercial del Ente en Catalunya.

Y conseguimos tener mucha importancia e independencia dentro de la organización. Era una época en la que la TV pública podía ofrecer espacios publicitarios y cobrar por ellos. Logramos que las grandes compañías radicadas en Catalunya, como Henckel, o Danone y muchas otras, no tuvieran que desplazarse a Madrid para negociar.

Antes de realizar aquella función fui director de Relaciones Humanas y Personal de TVE en Catalunya. Entre otras cosas, porque me había licenciado en Psicología mientras trabajaba como mezclador de imagen. Entré en la televisión en 1969…

Hasta que hace unos años se prejubiló.

Mejor diga que me prejubilaron. A los 58 años. No lo llevé bien. A otras personas de la organización las prejubilaron antes. Pero yo tuve la suerte de poder seguir trabajando como profesor de Imagen y Sonido en los Jesuitas. Lo hice hasta los 65. Pero cuando terminó lo de las clases pensé que tenía que hacer algo. Así que desarrollé una charla motivacional.

¿Para qué público?

Centros cívicos, colegios… Se titula: “Tengo 70 años y el otro día tenía 18”.

Es que el tiempo vuela.

En el fondo, se trata de explicar qué es la vejez. Hay un desconocimiento brutal de lo que es. Tanto por parte de las personas mayores como por parte de los más jóvenes. Y, encima, existe una importante exclusión y marginación etarias.

Existe una importante exclusión y marginación etarias

¿Envejecer tiene alguna ventaja?

Pues sí. Y debemos enfatizarlas. Por ejemplo, las personas mayores valoramos como nunca nuestras relaciones personales. Y por ello nos mostramos más felices. ¿Ha oído hablar de las zonas azules?

Las personas mayores valoramos como nunca nuestras relaciones personales

¿Se refiere a las del aparcamiento?

No. A unas regiones geográficas del mundo en las que existe un índice especialmente elevado de personas longevas entre su población. Son: Okinawa (Japón), Nicoya (Costa Rica), Loma Linda (Estados Unidos), Ikari (Grecia) y Barbaria (Italia).

En esas zonas es donde hay menos tasa de demencia senil, cáncer y enfermedades cardiovasculares del mundo. Y la pregunta es: ¿Qué hacen esta gente?

¿Qué hacen?

Hacen una vida saludable y en comunidad. Es decir: realizan una actividad física moderada y regular, un descanso que rompe el estrés, una dieta saludable (frutas, verduras, carne la justa y lácteos moderados).

Estas personas comen, sí, pero solo hasta el 80% de su saciedad. Y beben, moderadamente, aunque lo hacen siempre en compañía y nada más que durante las comidas. Y también tienen una razón de ser y de vivir. Eso es un plan de vida, o un Ikigai.

En esa lista de cosas también se incluyen las creencias religiosas y la vida afectiva, el querer y el ser queridos, el cuidar y ser cuidados… Una esposa con un marido longevo tiene más posibilidades de serlo ella que si lo es su propio hermano. La genética no lo es todo. En estas regiones, las personas mayores son fuentes de consulta continua. Aquí, los mayores somos poco consultados.

Una esposa con un marido longevo tiene más posibilidades de serlo ella que si lo es su propio hermano. La genética no lo es todo

Muchas empresas estigmatizan a los profesionales senior precisamente por eso. Creen que ya no pueden aportar nada nuevo.

Esa es una de las tantas mentiras que se dicen sobre la vejez. De esas que tenemos que comenzar a desmentir. Otra es que la depresión es más probable con la edad. Pues no: el bienestar emocional evoluciona favorablemente hasta los 70 años. Luego se estabiliza. Y no hay mejor vacuna contra la depresión que ser optimista. Las personas optimistas viven más porque se cuidan más y tienen mejores hábitos.

Las personas optimistas viven más porque se cuidan más y tienen mejores hábitos

También dicen que el deterioro cognitivo es inevitable.

Otra falsedad. Las capacidades cognitivas como la memoria, el razonamiento, el lenguaje, la motivación o la toma de decisiones permanecen estables hasta edades muy avanzadas. El investigador Manel Domínguez, de la Universitat Abat Oliva, decía hace poco que el cerebro de una persona de 72 años tiene la misma capacidad para aprender que el cerebro de una de 32.

El joven le podrá decir que es más rápido que usted. Pero usted cometerá muchos menos errores que el joven. Eso es seguro.

El cerebro de una persona de 72 años tiene la misma capacidad para aprender que el cerebro de una de 32

¿Y es cierto que a partir de cierta edad ya no se pueden ganar amistades?

Pues no. Las relaciones se pueden establecer a cualquier edad. Para las personas mayores, los seres queridos significan más que nunca en la vida. Y eso es un gran protector contra la soledad.

Y así se dicen muchas mentiras que la ciencia y la investigación refutan de manera contundente. Por ejemplo, acerca del ejercicio.

Cuanto más, mejor, dicen.

¡Pues tampoco! No tenemos que correr una maratón. El ejercicio moderado y regular es lo mejor. Y el colmo es lo que dicen del sexo, que no existe en la tercera edad. Valentí Fuster dice todo lo contrario: que es igual de beneficioso para la vida y para el organismo en la tercera edad que para cualquier otra edad.

¿Qué consecuencia tiene no tener en cuenta a las personas mayores en una sociedad?

Que se pierden unas capacidades que pueden y deben ser aprovechadas. Lamentablemente, la sociedad no lo considera como una pérdida. No puede ser que una persona, el día anterior a cumplir 65 años, sea una eminencia en una empresa y que al día siguiente ya no lo sea más.

La sociedad debe modificar esto. Pero no es fácil. Nosotros somos de una generación que vivió una infancia muy sacrificada. Nos tocó vivir bajo una dictadura. Hicimos la revolución del 68 y la Transición democrática. Ahora nos toca luchar por una vejez digna.

No tener en cuenta a las personas mayores significa perder unas capacidades que pueden y deben ser aprovechadas

¿La política cuida suficientemente bien a las personas mayores?

Creo que en política se necesitan más personas mayores, pero actuando como tales. No como “náufragos” del 68.  Por eso tenemos problemas políticos: las pensiones, la soledad, la inseguridad, la sanidad, la brecha digital, las residencias… Son problemas que nos afectan a todos y que hay que resolver.

Nuestra generación asistió a grandes reivindicaciones sociales. Especialmente las mujeres, que vivieron la revolución sexual, la incorporación al trabajo y la lucha por la igualdad. Si no hacemos nada al respecto nos encontraremos con un 30% de los votantes que estarán desanimados. ¿Qué nos queda? Yo tengo una idea…

En política se necesitan más personas mayores, pero actuando como tales

Dígala.

Formemos un partido político. ¿Por qué no? Uno que se preocupe de las personas mayores, que somos ya un colectivo más amplio que la infancia, y que cualquier otro segmento de edad.

Propongo un partido del que la sociedad no tenga que preocuparse porque queramos quedarnos muchos años en el cargo… La naturaleza ya hará su trabajo.

Formemos un partido político. ¿Por qué no? Uno que se preocupe de las personas mayores

Cada vez habrá más personas mayores. Así que lo del partido no es una mala idea.

Por supuesto. Pero lo que las personas mayores deben hacer es aprovechar mejor las sinergias con las personas más jóvenes. Ambos somos grupos de edad que pueden cambiar de estado de ánimo con mayor facilidad. Podemos pasar de la euforia al coma vegetativo. Toleramos poco o nada que nos comparen con cualquier otra persona o que nos dejen en evidencia… Tenemos tantas cosas en común que debemos buscar formas de colaborar.

Las personas mayores deben hacer es aprovechar mejor las sinergias con las personas más jóvenes

¿Su charla puede interesar a un público joven?

Sí. Antes que poner la charla en el mercado, la puse a prueba ante muchos públicos. Y los jóvenes que la han escuchado me dicen que es una pasada. Porque la realidad es que los nietos y los abuelos se llevan muy bien entre sí.

En casa, si una persona mayor tiene un problema con un teléfono móvil y se le ocurre preguntar a un adulto, le dirán que ya se lo han explicado veinte veces. En cambio, si le pregunta a su nieto, enseguida le responderá de buena gana. Los mayores y los jóvenes tenemos en común una revolución pendiente. Nos necesitamos mutuamente. La investigación científica dice que la combinación de esos talentos genera grandes resultados y oportunidades para unos y otros.

Los mayores y los jóvenes tenemos en común una revolución pendiente

El trabajo está pensado para hacer viejas a las personas a partir de los 65 años.

La vejez es un problema que los cuarentones y cincuentones nos adjudican a nosotros, pero que van a tener dentro de unos pocos años. La solución, creo yo, está en crear nuevas formas de trabajar.

Hoy en día, la jubilación nos hace abandonar el trabajo un día después de cumplir los 65 años. Y esto ocasiona la eliminación de la relación con los compañeros. Y la jubilación no debería ser un acantilado. Es un derecho, pero no debería ser una obligación impuesta por la edad.

La vejez es un problema que los cuarentones y cincuentones nos adjudican a nosotros, pero que van a tener dentro de unos pocos años

Entonces, ¿cuál sería la propuesta?

Trabajar puede ser una fuente de beneficios cognitivos, emocionales y económicos. Cambiemos entonces la forma de trabajar. Escribamos un guion para vidas más largas en los que pueda haber muchos cambios. Y comencemos por volver a regular el retiro para que sea más gradual.

A nosotros nos sobra el tiempo. Pero a los chavales de 30-40 años les falta. Si trabajamos de otra manera, podremos dar tiempo a los padres de niños pequeños para que alcancen su equilibrio entre trabajo y familia. Y podemos programar las carreras profesionales para que la cima llegue a los 60 o más años.

La imagen del anciano que juega a la petanca, o hace calceta o se queda mirando obras debería erradicarse del imaginario común.

Creo que estos son estereotipos que hay que desmitificar. Si usted va al teatro, comprobará que la mayoría de las personas son mayores. No es cierto que los mayores solo vayan al IMSERSO y a hacer talleres manuales. En los gimnasios ves a personas mayores. La ciencia ha demostrado que una persona de 70 años hace lo mismo hoy que lo que hacía una de 50 hace quince.

Lo que hay que cambiar son los sistemas de convivencia. Porque cuando tengamos una edad mayor, nuestros hijos seguramente no nos van a querer acoger. Y tal vez nosotros no queramos ser acogidos. Pero debemos trabajar para no quedarnos solos.

¿Cree que su charla puede despertar una reacción o algún movimiento social?

Así lo pienso. Y creo que las personas mayores están esperando oportunidades de relacionarse y colaborar con gente joven. Hace poco hable con una persona a la que estaban a punto de ingresar en una residencia. Me decía que solo quería que la escucharan y sentirse necesaria. No pedía más.

Tenemos que ver las ventajas que tiene envejecer: tenemos menos preocupaciones, porque nos enfocamos más en lo positivo. Y porque nuestra vida tiene menos incertidumbres. También tenemos mayor capacidad de disfrute, porque ya no tenemos que luchar tanto como en la juventud. Disfrutamos más tranquilamente de nuestros nietos que de nuestros hijos. Somos más selectivos. Ahora nuestro horizonte del tiempo no es finito y sabemos que la vida tiene cosas más importantes que otras.

En el discurso actual de Paco Gea qué influye más: la psicología o la experiencia en RRHH?

Lo que más me afecta a mí es la idea de compartir con los demás. De pequeño estuve ingresado interno en un colegio de los 10 a los 17 años. Pasaba un solo mes en casa, durante las vacaciones. Aprendí a relacionarme como manera de sobrevivir. Se me da bien. Me gusta la gente.

No soy científico, ni investigador, ni coach. Escribo solo de lo que conozco. Y siento que no hace tanto tenía 18 años. La gente joven y mayor me dice que cuando hablo, se sienten identificados por haberlo vivido o por haberlo escuchado. El resultado de la charla es poner en relación unos con otros.

La gente joven y mayor me dice que cuando hablo, se sienten identificados por haberlo vivido o por haberlo escuchado

¿Qué asuntos integran su charla?

En la charla presento una serie de temas: explicar qué es la vejez; compartir diversas visiones de ella; contar cosas curiosas…

¿Como cuáles?

Que el escritor Caballero Bonald dice que la vejez es “una maldita sucesión de pérdidas”. Y que Maurice Chevalier dijo que “no es tan mala, si uno piensa en la alternativa”. Pero me identifico más con Oliver Sacks: dijo que es “una etapa de ocio y libertad para explorar lo que queramos y, sobre todo, para unir pensamientos y emociones de toda una vida”.

En la charla también trato sobre lo que hacen los optimistas y los pesimistas para hacer frente a la vejez.

¿Qué hacen unos y otros?

Los pesimistas cuidan su apariencia en contadas ocasiones. Se visten con lo primero que pillan, casi siempre chándales. Van a la peluquería cuando no hay más remedio y se implican en actividades familiares poco o nada. Y quedan con sus amigos cuando ya no tienen excusas.

Los optimistas, mayormente mujeres, se arreglan todos los días. Acuden a la peluquería con regularidad, se implican en celebraciones familiares. Están una mañana entera para buscar un juguete para su nieto. Hablan con sus hijos periódicamente. Tenemos que aspirar al optimismo. Porque el pesimismo es alérgico a cualquier compromiso.

Tenemos que aspirar al optimismo. Porque el pesimismo es alérgico a cualquier compromiso

Histórico de TVE, Francisco Gea entró en el Ente público como mezclador de imagen en el año 1969. Se ocupó de asistir a las unidades móviles y en la producción de dramas televisivos. Compaginó aquel trabajo con unos estudios en Psicología, que logró culminar. Posteriormente, fue director de Relaciones Humanas y Personal durante la Transición. Vivió la época de Pilar Miró, donde también fue subdirector de Programas y Contenidos. En los últimos años de su actividad en el Ente, fue director comercial de TVE en Catalunya, hasta que le prejubilaron prematuramente. Hasta los 65 fue profesor de Imagen y Sonido. Hoy en día, ejerce como conferenciante.

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