En quince días – Violencia

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De los últimos días, la imagen que más me ha golpeado no ha sido otra que la de una chica, de apariencia atlética, botas estilo militar, pero de marca, en medio de una cristalera de la cafetería Starbucks de Barcelona, en la Ronda de Sant Pere. La instantánea no nos enseña su cara, pero a la vez, transmite enormes dosis de rabia desencadenada. El fuego que ya ha prendido en el interior del local la hace más impactante. Es la violencia en estado puro. No fue la única, claro, hubo centenares de profesionales del disturbio, gente que bajo la apariencia de manifestantes por la reforma laboral del gobierno, buscan simplemente la desestabilización. La cuestión de fondo, de todas formas, no es por qué están aquí, por qué han escogido especialmente Barcelona como lugar de exhibición de sus sistemas, que tienen a la policía especialmente preocupada, sino si están guiados por una mano en la sombra que financia sus actividades. Todo el movimiento antisistema lleva años instalado en Europa. Recuerdo hace décadas algunas de las acciones que protagonizaban en Alemania, y luego se han extendido a muchos otros lugares. Siempre han tratado de aparecer en grandes citas del poder establecido, cumbres de mandatarios, y ahora amenazan con volver a aparecer coincidiendo con la del Banco Central Europeo, los primeros días de mayo. No tiene sentido pensar que exista un movimiento tan bien organizado como el que vimos el pasado 29 de marzo sin que detrás de él exista una fuente financiera. No me imagino esos centenares de chicos y chicas haciendo un Erasmus aquí, o un Postgrado, o alternando su trabajo en cualquier empresa y transfigurándose cual Jekyll-Hyde cuando llega el día de romper todo lo que se ponga por delante, quemando todo lo que se interpone en su camino o apedreando a los antidisturbios. Y eso hay que pararlo. Por la imagen de la ciudad, por supuesto, por la seguridad del resto de ciudadanos pacíficos y porque la violencia, disfrazada de protesta, sólo es eso, violencia. Me gustaría verle la cara a esa chica con la que empezaba el artículo. Saber quien és, a que dedica su tiempo, sobre todo, para entender algo mejor todo lo que está pasando.
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