La invitada de hoy viene por el tema de la bebida. Pero no se sorprendan: no ha venido a beber, y mucho menos, alcohol en horas de oficina. Meritxell Falgueras, que es una sumiller como la copa de un pino, y una doctora en Ciencias de la Comunicación comme il faut, ha escrito un libro con recetas de bebidas gastronómicas (o sea, elaboradas y sofisticadas) para personas que quieren disfrutar sin tomar ni gota de alcohol. El título lo dice todo: “Qué beber cuando no bebes”.
“Me fui a estudiar literatura a París y durante la época de la vendimia me iba a Burdeos. Cuando fui de Erasmus a Florencia también seguí estudiando los vinos locales. Trabajé hasta en marketing vinícola en Napa Valley, California”
“Me pasé a las aguas y a los refrescos, pero también traté experimentar. El resultado es un libro con más de 200 bebidas gastronómicas para maridar con la vida”
“El verano pasado tuve problemas para dormir y me levantaba a las cuatro y media. Me ponía a investigar. Me he puesto las pilas en el tema de las aguas, los batidos (“smoothies”) y los tés, que me apasionan”
“Santi Millán, que ha hecho el prólogo de este libro, no bebe y demuestra que se puede ser muy enrollado y pasárselo bien sin beber. Ahora yo no bebo y me lo paso bomba”
“En el mundo de los refrescos de cola te encuentras con gente casi adicta que sabe distinguir perfectamente las marcas, las tipologías, los envases… Y todo a partir de catas a ciegas”
“En mi libro he tratado de ser saludable, y para ello me he puesto en manos de la Doctora Montse Folch y del Doctor Verdaguer”
Si usted tuviera que definirse de algún modo, ¿de qué modo lo haría?
Me definiría como un espumoso rosado, pero como escribo sobre bebidas sin alcohol, prefiero decir que soy investigadora universitaria en Comunicación. Aunque a lo que más me dedico es a escribir. Soy doctora en Comunicación y licenciada en Humanidades.
Y se dedica a hacer de sumiller. ¿De dónde le salió la afición?
Vengo de una familia de 5 generaciones propietaria de una tienda de vinos en el barrio de Sants llamada “El celler de Gelida”, así que lo llevo en la sangre. Me fui a estudiar literatura a París y durante la época de la vendimia me iba a Burdeos. Cuando fui de Erasmus a Florencia también seguí estudiando los vinos locales. Trabajé hasta en marketing vinícola en Napa Valley, California.
Y ha escrito ya tres libros sobre el tema. ¿De qué hablan los dos primeros?
El primero, con prólogo de Joan Manuel Serrat, es un curso de cata. Explicado como lo hacen en los programas de la tele, de manera cercana y divertida. Y el segundo se basa en aquellos libros de “busca tu propia aventura” que leía cuando era pequeña. En él trato de maridar los vinos con cada ocasión de la vida. Un vino para las emociones, otro para hacer el amor, otro para cuando te divorcias, otro para tomar con jeans. El lector va catando y pasando las páginas como si buscara su propia historia o se construyera su propia bodega. El tercer libro, el que presento aquí, trata sobre bebidas sin alcohol.
Quizás intentaba demostrar usted que una persona que se dedica al vino en cuerpo y alma también sabe beber sin alcohol.
A lo largo de mi carrera profesional he trabajado en lugares diversos, catando todo tipo de bebidas que no eran vinos. En cierto momento, coincidió que a alguien de mi familia le diagnosticaron cáncer y que tuvo que dejar de beber. Además, uno de mis mejores amigos comenzó una terapia de alcoholismo y yo misma he estado embarazada, así que, entre un aborto, la gestación y la lactancia estuve dos años y medio sin beber. Me encanta ir de restaurantes y salir, pero en esa situación tomar alcohol se me hacía difícil. Me pasé a las aguas y a los refrescos, pero también traté experimentar. El resultado es un libro con más de 200 bebidas gastronómicas para maridar con la vida.
Ha sido un trabajo de investigación exhaustivo.
Coincidió con un tiempo en que tenía un blog llamado “Wines and the City” (http://www.winesandthecity.com/). Mi vida cambió bastante al ser madre y al estar más en la bodega que tenemos en la Toscana. El verano pasado tuve problemas para dormir y me levantaba a las cuatro y media. Me ponía a investigar. Me he puesto las pilas en el tema de las aguas, los batidos (“smoothies”) y los tés, que me apasionan.
¿Y con esa investigación ha visto usted si nuestros gustos son muy distintos de los de la gente de otros países?
Viajar por todo el mundo me ha ayudado muchísimo en esto. He tomado nota de todo lo que he podido. En el barrio de Chinatown de Nueva York es muy típico tomar el Bubble Tea, preparado con burbujas de gelatina. En África se tomaba el Roiboos, en Asia el té. En India, se bebían “lasies” y en Europa nos encanta el vino. En España, si no bebes eres como el rarito. Santi Millán, que ha hecho el prólogo de este libro, no bebe y demuestra que se puede ser muy enrollado y pasárselo bien sin beber. Ahora yo no bebo y me lo paso bomba.
Hay muchas maneras de hacer divertida una bebida, sin que sea alcohólica.
Por lo menos, hay maneras de hacerla muy atractiva. Cuando vamos a un restaurante a tomar un vino nos ponen copas bonitas, pero si dices que no lo tomas, te retiran la copa y te ponen un vaso de tubo… ¡Por favor! Yo no tomo alcohol, pero tengo glamour.
Hay quien prefiere un refresco, entonces.
También he hecho catas de refrescos, aunque, por ejemplo, no soy muy de colas. Pero te pones en este mundo y te encuentras con gente casi adicta que sabe distinguir perfectamente las marcas, las tipologías, los envases… Y todo a partir de catas a ciegas.
¿Y las bebidas isotónicas?
He tenido que catarlas. Aunque tienen demasiado azúcar. En mi libro he tratado de ser saludable, y para ello me he puesto en manos de la Doctora Montse Folch y del Doctor Verdaguer. Para mí, la prioridad es que tengan buen sabor. Y, por mencionar una marca, el Aquarius es una de las que he catado y que veo que es espectacular. Gusta mucho, está muy buena.
Hay muchas otras bebidas sabrosas: la horchata, las leches vegetales…
Así es. Hay leche de avena, de almendras, de soja, crema. Sirven para hacer cafés a la carta, en muchos casos. En algunas cafeterías hay tantos nombres que necesitarías un diccionario, si no eres hípster. En este mundo parece que el vino es lo único que merezca ser degustado. La verdad es que, al cabo del día, tomamos muchos más cafés y aguas que vinos. Es una pena que no sepamos preparar ni servir bien las cosas que bebemos tan a menudo. Creo que es interesante conocer “secretillos” como las temperaturas, los usos, la forma de servir, etc.
¿Qué tal le ha ido la promoción del libro hasta ahora?
Pues ha sido publicado hasta en México. En Sant Jordi estuve firmando en el FNAC, en Abacus y también en Gelida. La promoción ha ido superbién. Un poco después de terminar el libro me dediqué a terminar una diplomatura en la London Wine & Spirits School y a cumplir con la baja de maternidad. Me ha dado tiempo de hacer todas estas cosas y en agosto que viene tendré otro bebé, así que me tomaré más tiempo para leer.
Oiga, yo soy muy del Campari. ¿Se le ocurre alguna bebida sin alcohol que sepa igual de amargante?
Le recomendaría los “fizz”. Una serie de aperitivos italianos. Hay el gingerino o el bíter, como el de la marca Kas, que encontrará en cualquier tienda. A mí me gusta mucho. Pero la versión del gingerino, además de tener un color anaranjado, lleva jengibre, que me va muy bien para las náuseas, durante el embarazo. También tiene vermut sin alcohol.
¿Y sabe a lo mismo?
Bastante. Aunque depende de la marca. Como en el caso de las cervezas. En algunas de ellas se nota mucho la falta de alcohol. Pero en otras, no. Hay cervezas artesanas sin alcohol y cervezas blancas que son muy ligeras, con sabor a cítrico y que casi no tienen diferencia. Mi marido, que es enólogo, me roba las cervezas sin alcohol cuando él podría tomarlas con alcohol. Igualmente hay vinos afrutados sin graduación. En el libro hablo de Natureo, de Torres. En otros casos, yo misma trato de imitar la amargura del vino tinto para acompañar las carnes. Preparo ciertos zumos a los que añado hierbas, arándanos, o remolacha.
¿Cree usted que la moda de los cócteles sin alcohol ha venido para quedarse?
Sí. Ya hay muchos países en el norte de Europa donde encuentras vinos y cócteles sin alcohol. Aquí cuesta más de encontrar. La gente, cuando no bebes, te pregunta si estás enferma o siente pena por ti. Pero sin alcohol puedes obtener muchísimo placer. Ya no es necesario dar excusas del tipo: tomo antibióticos, estoy embarazada o estoy a dieta.
“Qué beber cuando no bebes” es el tercer libro de Meritxell Falgueras, una periodista, comunicóloga, investigadora y sumiller que ha creado una pequeña enciclopedia de bebidas gastronómicas para beberse la vida con mucho gusto. En éste, su tercer libro, la preocupación ha sido la de hallar bebidas con propiedades organolépticas tan buenas como las del vino, que puedan maridar con un buen plató de carne, con un momento de glamour, con una dieta. “Beber alcohol”, dice, “debería ser la excepción, no la regla”. Eso ayudaría a que los niños no fueran demasiado prematuros y que los botellones no abundaran. Meritxell es jurado internacional en algunos de los concursos de cata más importantes del mundo y maestra de sumilleres. Con veinte años se convirtió en la más joven de España y a los veinticinco ganó el premio Nariz de Oro como joven promesa.
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