Nos encontramos hoy en la sede corporativa de Audax Renovables, en Badalona, a pocos metros de la costa mediterránea. Nos recibe su fundador, José Elías, un empresario incansable que ha sabido construir un grupo internacional orientado a las energías limpias.
¿El futuro de su compañía se encuentra en aprovechar la energía del mar?
Y no solo la del mar. También la de todos los recursos naturales que tenemos a nuestra disposición y no sabemos aprovechar. A España y a Catalunya siempre nos han diferenciado los recursos que hemos tenido. Nosotros construíamos barcos para navegar, mientras que en el norte de Europa plantaban remolacha. Y eso nos dio una ventaja competitiva que, en ciertos momentos de la historia, supimos aprovechar. Actualmente no somos conscientes de todo lo que tenemos y, por lo tanto, no lo aprovechamos.
Actualmente no somos conscientes de todo lo que tenemos y, por lo tanto, no lo aprovechamos.
¿Por qué fundó una empresa y no quiso, por ejemplo, fichar por una multinacional?
Yo cree una compañía porque no tuve otra alternativa. Mis padres murieron muy jóvenes y tuve que ponerme a trabajar. Primero trabajé por cuenta ajena, pero opinaban que no valía para el puesto y me echaron al cabo de seis meses. Decidí montar una empresa para no pasar hambre. Fue así de duro, pero no había otra alternativa.
Ahora se ve rodeado de un gran equipo y su organización cotiza en el mercado continuo. ¿Toda esta aventura y esfuerzo ha valido la pena?
Yo no cambiaría mi vida por nada. No soy capaz de concebir la vida sin emprendimiento. Es una vida compleja, en la que la línea entre el trabajo y el aspecto personal no está muy clara. Pero, en mi caso, tengo la gran suerte de levantarme cada mañana y poder hacer lo que me gusta. Eso no tiene precio.
La del emprendedor es una vida compleja, en la que la línea entre el trabajo y el aspecto personal no está muy clara.
Como sociedad, ¿cree que abusamos de la palabra “sostenibilidad”? ¿Qué el concepto está perdiendo valor?
Como le decía, creo que hay una serie de recursos naturales que cada día se nos ponen al alcance y que desperdiciamos. Recientemente estuve en Londres, en unas conversaciones de trabajo. Estando allí me di cuenta de la cantidad de megavatios diarios que recibimos en España, en la forma de rayos solares. Si no los aprovechamos, se pierden. Si los aprovecháramos haríamos un gran bien a la naturaleza, porque evitaríamos tener que generarlos de otras maneras.
Más contaminantes, seguramente. ¿Tiene Audax una vocación de mostrar a las clases dirigentes que la sostenibilidad es posible?
A veces pienso que me voy a convertir en un activista energético. Creo en las grandes posibilidades que tenemos en este país para monetizar los recursos energéticos. Tanto para mejorar la vida de las personas como para mejorar las capacidades de las empresas. Y procurar todo eso debería ser una responsabilidad de la clase política. Pero, en cambio, las cosas no se están haciendo bien.
A veces pienso que me voy a convertir en un activista energético. Creo en las grandes posibilidades que tenemos en este país para monetizar los recursos energéticos.
Quizás porque todavía se penaliza el uso de energías renovables y se incentiva el de combustibles fósiles. ¿Cómo se entiende eso?
El sistema actual es fácil de explicar (el entrevistado toma un vaso de la mesa y lo utiliza para su ejemplo). Este vaso es la demanda nacional de energía en un momento cualquiera del día. Es, por así decirlo, lo que gastamos en energía entre todos. Y alguien tiene que producir la energía necesaria para llenar el vaso ahora mismo, porque no la podemos guardar almacenada por ahora…
Alguien tiene que producir lo que cabe en el vaso en este momento.
Básicamente, sí. Actualmente tenemos diversas tecnologías para fabricar esa energía: la nuclear, la eólica, la fotovoltaica, la biomasa, el gas… Todas están en marcha y el resultado combinado genera la energía que la demanda está pidiendo. El vaso se llena y, así, se cubren las necesidades.
Lo destacable es que comienzas llenando el vaso con las tecnologías más baratas. Y, seguidamente, si todavía falta, vas completándolo con la energía de las más caras. Todas las fuentes de energía que utilices son las que conforman el precio.
Y el precio que se paga, finalmente, es el de la fuente de energía más cara.
Así es. Es como si fuera usted a una frutería y pidiera un kilo de peras, otro kilo de manzanas y un kilo de guayaba. Y, al final, le cobraran las peras y las manzanas al precio de la guayaba. Es un sistema injusto pero, lamentablemente, no hay otra forma de garantizar que no haya apagones.
¿Por qué?
Porque si el precio no fuera el máximo, algunos productores decidirían no producir. Y, por lo tanto, no se cubriría la demanda. Imagínese que al señor de la central de carbón no le interesara producir… El vaso quedaría sin llenarse.
Una vez entendida esta ecuación, también podemos entender maneras de mejorar ese precio. Por ejemplo: podemos reducir el vaso para que se pueda llenar solo con las energías más baratas.
Sería el equivalente de reducir la demanda.
Así es. Otra posibilidad sería la de aumentar la producción de las energías más baratas, porque así se llenaría más el vaso y sería menos necesario depender de las energías caras.
También podríamos reducir el precio de las energías caras.
O podríamos poner placas en cada techo de cada casa, porque, finalmente, cada placa ayudará a reducir el tamaño de la demanda nacional de energía. Y, además, lo hará con una energía barata, porque el sol es gratis y el precio sería menor para todo el mundo.
En efecto, además de todo eso podemos hacer que las energías renovables sean más baratas y que ayuden a cubrir la demanda. Es cuestión de ponerle ganas y que las políticas que se hagan lo tengan en cuenta… No hay nada más barato que esperar a que salga el sol cada día. El gas es muchísimo más caro.
Es cuestión de ponerle ganas y que las políticas que se hagan lo tengan en cuenta… No hay nada más barato que esperar a que salga el sol cada día.
Entonces, ¿cuál es el problema de las energías renovables?
Que cuestan de gestionar, porque no son fáciles de almacenar. Sin embargo, en España podríamos tener 15 o 16 centrales que pudieran servir de “pila” para almacenarlas.
La tecnología de almacenamiento mejora.
Sí, porque no todo depende de las baterías. Podríamos construir pantanos en dos cotas distintas y crear un ciclo de agua que vaya vertiéndola y subiéndola para generar energía. Actualmente no tenemos esa infraestructura, pero si hemos podido construir un AVE en diez años, ¿por qué no cambiar el paradigma energético en cinco?
Si hemos construido un AVE en diez años, ¿por qué no cambiar el paradigma energético en cinco?
Con todo lo que está pasando, dicen que este invierno será duro. ¿Lo será?
En realidad no será un invierno duro: será el peor de los inviernos. Nadie aguanta un precio de la energía a 400 euros el megavatio/hora. Nadie. No aguantarán las empresas, ni los empleados.
Pero, ya le digo, la gran ventaja es que en España nos caen los megavatios del cielo. Deberíamos ir pensando en recogerlos, en vez de rasgarnos las vestiduras o discutir tanto.
Hay que ponerse manos a la obra, entonces. ¿La iniciativa Midcat, para conectar con Francia, sería útil?
Creo que resolverá el problema de los franceses. Pero yo quiero una solución para mí. En este país se tardan 5 años para que te den permiso para construir una planta fotovoltaica. Y cuando tienes el permiso, se tarda 8 meses en construirla. Y ellos, allí, tardan 8 meses para darle un botón para darle al “on”. Las cosas no funcionan bien. Si tanta urgencia nacional existe, debemos buscar otras maneras de hacerlas.
En España hay empresas constructoras capaces de levantar lo que sea de manera urgente. En tres años podrían hacer un despliegue de renovables tan importante como lo fue el del AVE, y crearían un montón de puestos de trabajo.
El Midcat podría resolver el problema de los franceses. Pero yo quiero una solución para España.
Visto así…
Actualmente tenemos a un gran cliente al otro lado de los Pirineos: Francia nos da la oportunidad de convertirnos en la gran gasolinera de las renovables de Europa. ¡Pues resolvamos el problema! Tenemos la energía más barata del continente y podríamos resolver la falta de empleo. Aquí la gente trabajamos como bellacos y somos tan productivos como los alemanes.
El problema es que en política se ha perdido el concepto de “inversión” y se ha ganado el de “gasto”. Echo de menos que los gobiernos inviertan y que dejen de gastar. Porque las inversiones se recuperan en forma de competitividad y oportunidades. No tenemos un Silicon Valley, pero sí tenemos sol, así que aprovechémoslo.
Francia nos da la oportunidad de convertirnos en la gran gasolinera de las renovables de Europa.
Usted proponer crear un nuevo polo de actividad estratégica.
Hace años tuvimos claro que podíamos dedicarnos al turismo y a los servicios. Eso salvó al país. Fuimos todos a una. Pero ahora parece que ya no hay bastante con esto, así que habrá que vivir de algo. De alguna parte tendremos que sacar para pagar las pensiones. Si queremos servicios de calidad, pensiones, prestaciones públicas… tenemos que generar ingresos. Y para generarlos, nada mejor que las inversiones.
Una opinión audaz, como el nombre de la empresa. Forma parte de un grupo que trabaja en otros sectores, ¿no es así?
En realidad somos un grupo cuya actividad se encuentra distribuida en media docena de troncales. Audax, por ejemplo, está en el de las renovables. Tenemos Ezentis en la gestión de infraestructuras; Atrys Health en el sector sanitario, también estamos en la alimentación saludable, en la pesquería y la producción agraria. Creemos en sectores como el primario y pensamos que hay que dar oportunidades a la gente.
Le cambio el tercio. Hace unos meses, en las últimas elecciones a la presidencia del Barça, usted tuvo un protagonismo importante, al ayudar a un aval. ¿Le ha ayudado o perjudicado eso en su grupo empresarial?
Le diré que cada uno tiene su personalidad. Yo tengo la mía. Y hace tiempo descubrí que no puedes gustarle a todo el mundo. Así que, tal vez a algunas personas no les haya gustado mi identificación pública con el Barça, pero soy culé y cada cual tiene derecho a defender aquello en lo que crea. Yo quise ayudar a un amigo que entraba a formar parte de la directiva del Barça y al club con el que me siento identificado. Y creo que hice bien.