Le entrevistamos a usted en 2013, cuando con su socio acababan de lanzar Hoy Voy. Nos alegra ver que el proyecto ha tenido éxito. ¿Qué ha cambiado en estos años?
Es cierto que ha llovido mucho desde entonces. Pero le diría que mantenemos la idea original de hacer algo con unos valores muy claros y que nos haga sentirnos muy cómodos. Con Jordi, mi socio, un día decidimos poner en marcha una escuela que cumpliera con dos requisitos: el primero es que fuera como en la que a él le gustaría enseñar (él es profesor de autoescuela). El segundo es que fuera como en la que a mí me gustaría aprender. Y con un punto focal: que el centro de toda esta historia fuera nuestro equipo profesional… Le diré que esta mañana entré en nuestro sistema informático.
«Mantenemos nuestra idea original de hacer algo con unos valores muy claros y que nos haga sentirnos muy cómodos»
«Un día, mi socio y yo decidimos poner en marcha una escuela que cumpliera con dos requisitos: el primero es que fuera como en la que a él le gustaría enseñar. El segundo es que fuera como en la que a mí me gustaría aprender»
¿Sí? ¿Y qué ha visto?
Me fijé en la gente que trabaja con nosotros. Somos 355. Cuando me levanto cada día y veo a tanta gente implicada en el proyecto siento que la idea de hacer a nuestra gente feliz tiene consistencia. Y lo hacemos a través de tres vías: tratarlos bien, pagarles lo mejor que se pueda y ofrecerles un buen horario. Esto es algo que siempre nos ha definido desde el primer día. Si el empleado es feliz, el cliente es feliz.
«Cuando me levanto cada día y veo a tanta gente implicada en el proyecto siento que la idea de hacer a nuestra gente feliz tiene consistencia»
¿No decían que el cliente siempre tenía la razón?
Lo pondría en cuarentena. A veces no la tiene. Y menos en un tema tan sensible como el de la conducción.
«Pondría en cuarentena lo de que el cliente tiene siempre la razón. A veces no la tiene. Y menos en un tema tan sensible como el de la conducción»
Mantienen también sus colores corporativos, y su flota característica de vehículos Mini…
Y no tenemos interés en cambiarlos. Al arrancar creamos una marca, y una de las formas que teníamos de contarle al mundo lo que queríamos hacer fue a través del diseño. Estoy personalmente muy contento con el nombre de Hoy Voy. Son dos monosílabos que flirtean semántica y gráficamente en nuestro logotipo. El color sigue siendo el mismo: amarillo, que transmite viveza y energía. Y también el negro, que comunica rigor y solvencia. Son un logotipo y una marca llamativos, que generan interés y expectativa. En cuanto a los vehículos, pensamos desde un buen inicio en los Minis porque teníamos que transmitir que, a pesar de que éramos la primera autoescuela low-cost del mundo, nuestros coches eran serios. Hoy tenemos una flota de 177 de ellos. Una cosa buena es que, al tratarse de una reedición de un coche icónico, no cambia mucho con los años.
Otras marcas hacen reediciones de sus modelos, pero son muy distintas de una edición a otra.
Así es. El Mini es hoy día muy parecido al que sacaron hace 15 años para reeditar al antiguo. Muchos alumnos nos dicen que han llegado a Hoy Voy porque han visto nuestros coches y les apetece conducirlos. Fuimos los primeros en muchas cosas. También en flexibilidad horaria.
Recuerdo que hablamos de ello en la anterior entrevista.
Cuando arrancamos el proyecto decidimos construir nuestra propuesta de valor alrededor de tres ejes: la garantía, la flexibilidad y el precio. Habíamos medido que eso es lo que más valoran los alumnos. Estas tres palancas las hemos construido a través de un sistema que, desde aquel día, ha evolucionado muchísimo. Tenemos, por ejemplo, algoritmos que generan escenarios de previsión de la ocupación futura y que toman decisiones de precio.
¿Cómo?
Para decirlo fácilmente: cuando el algoritmo observa que habrá una franja de tiempo desocupada en el futuro, decide poner un precio más barato. En 2019, sin ir más lejos, hemos ofertado medio millón de clases prácticas. A decenas de miles de personas. Eso son medio millón de ocasiones de encuentro entre un profesor y un alumno. Así que hemos generado muchos datos: sabemos, como mínimo, con qué antelación y precio los alumnos reservan sus clases. Es un Big Data de un valor poderosísimo. Y así llegamos a ocupaciones del 100%.
«Tenemos un algoritmo. Cuando observa que habrá una franja de tiempo desocupada en el futuro, decide poner un precio más barato para las clases»
Esto es en cuanto a precio. ¿Y en cuanto a garantía?
Se nos ocurrió crear nuestro propio método de enseñanza y darle un nombre. Lo que le damos al alumno es un curso teórico con una plataforma específica y le decimos que si nos hace caso, pero suspende el examen, le devolvemos el dinero. Esto fue muy revolucionario. En el examen práctico tenemos algo parecido. Aunque es inviable devolver el 100% del dinero porque ahí juegan muchos otros factores que impiden garantizar el aprobado. Pero si un buen alumno suspende no le cobramos las tasas de exámenes. Queremos que entienda que vamos de la mano y que le vamos a ayudar. Si se prepara, le ayudamos. Y eso da seguridad. Y atrae a muchos alumnos…
¿El eje de la flexibilidad?
Va unido al del precio. Si eres flexible en horarios generas múltiples precios por lo que le comentaba antes de los algoritmos. Aprender a conducir es algo dedicado, no fácil, y que depende de factores externos como la DGT, que toma sus decisiones, o de huelgas terribles en el sector (como la de 2017) o de falta de examinadores… Pero nosotros seguimos haciendo lo que vinimos a hacer: enseñar a conducir con ilusión, una sonrisa y respeto. Todavía nos queda mucho por hacer.
¿De cuántas autoescuelas disponen actualmente?
Hemos abierto treinta hasta ahora. Estamos en proceso de abrir cinco más: Santander, León, Pamplona, Sant Boi, Vilanova i la Geltrú. Vendrán otras que todavía no podemos mencionar. Serán todas en sistema franquiciado, siguiendo un modelo que se parece mucho a cómo serían las cosas si fueran negocios propios. Algunos de nuestros profesores abren su autoescuela y se autoemplean en ella. Es algo que está dentro del plan de carrera de nuestros colaboradores. También pueden ser coordinadores, o directores de centro, o formar parte de servicios centrales. Pero cuando ves que alguien que ha trabajado en tu empresa quiere convertirla en el su propio proyecto, es algo así como mágico. Me pone los pelos de punta.
«Cuando veo que alguien que ha trabajado en tu empresa quiere convertirla en el su propio proyecto, es algo así como mágico. Me pone los pelos de punta»
Nos hallamos entrevistándole en los servicios centrales. ¿Cuántas personas trabajan aquí?
Somos 33. Más personas que autoescuelas abiertas. Esto es un indicador de hasta qué punto nos implicamos en el funcionamiento de cada centro. Esto no es una red de franquicias cualquiera. Aquí hay un servicio completo de acompañamiento al alumno, a sus emociones y a sus expectativas, en un terreno muy psicológico. Tenemos 7 departamentos, cada uno con sus indicadores de negocio.
Muchos de nosotros sufrimos unos exámenes de conducción anquilosados. Ustedes han modernizado todo, pero parece que las estructuras oficiales siguen siendo igual de viejas y desfasadas…
Es cierto que la DGT no es la administración más puntera en tecnología, pero las cosas están cambiando mucho. La movilidad cambia. Los vehículos incorporan muchos sistemas nuevos que la propia DGT integra también. Estamos en pleno debate de si las pruebas teóricas deben o no ser presenciales. Creo que lo que hay que hacer es observar lo que pasa y adaptarnos a eso, y no al revés.
Dado el conocimiento del sector, ¿han pensado en abrir algún negocio paralelo y vinculado al de la autoescuela?
Así es. De hecho, hemos contemplado ya dos derivadas: la venta de vehículos y la de seguros. En este sentido, hemos hecho ya algunas pruebas y seguimos explorando. Estamos preparando una nueva plataforma, con una marca nueva, en la que ofreceremos a los alumnos servicios de movilidad o aparcamiento compartidos. Ya hemos establecido acuerdos con marcas y, de algún modo, pensamos que una vez que una persona obtiene un permiso de conducir, le podemos dar opciones para que lo utilice. Pero no queremos despistar a nadie: aquí se viene a aprender a conducir y a aprender a probar, no al revés.
Antaño también era típico que el profesor que tenías el primer día era el que tenías el último día, cuando te ibas a examinar.
Esto fue otra de las cosas que cambiamos desde el principio. El reglamento que rige a todas las autoescuelas dice que el día del examen práctico el alumno se debe presentar con su profesor… Lo que no dice es con cuál de ellos, si es que se ha formado con doce personas distintas. Antes los alumnos tenían asignados a sus profesores. Pero vemos que los alumnos pueden venir ciertos días en que no coinciden con un mismo profesor, por lo tanto, no les ponemos ninguna traba a cambiar de docente. Todos ellos siguen el mismo sistema. Además, creo que es muy sano que uno se forme con diversos maestros.
La tecnología de los automóviles está integrando cada vez más sistemas de asistencia al aparcamiento, cambio automático… Todo esto ¿facilita o dificulta sacarse el carnet de conducir?
La DGT dice que, si te examinas con un vehículo automático, luego no puedes conducir un vehículo de marchas. Esto es una limitación, porque cualquier día te vas de viaje a Croacia y allí te alquilan un coche de marchas y no puedes. Así que la gente prefiere sacarse el permiso de coche de marchas porque sí le permite conducir automático.
Pero, a la vez, todo apunta a que la venta de vehículos eléctricos va a crecer de manera exponencial. Los incorporaremos a nuestra flota, como los de gas. Pero ninguno de ellos es con marchas: todos serán automáticos.
¿Y qué harán? Porque esto es condenar a la gente a tener que aprender a conducir con marchas y gasolina…
De momento, tendremos ambos tipos de coche en la flota, conviviendo, y que el alumno decida. Pero está claro que los alumnos necesitarán cada vez menos fases prácticas: tendrán que aprender circulación, pero no conducción (es decir, manejo de la máquina), si es existen tantas asistencias en los vehículos.
¿Qué dicen sus objetivos de negocio? ¿Tienen planes?
Tenemos planes, evidentemente. A largo plazo y a corto. Hemos detectado un ritmo de crecimiento con el que nos sentimos cómodos y en el que no forzamos la maquina para ofrecer el estándar que queremos. Franquiciar una escuela es bastante complicado: los alumnos pueden estar en 133 estados distintos. Además, hay un examen que no depende de nosotros sino de una jefatura provincial. Cuantas más variables se introducen, más difícil es crear unos estándares de funcionamiento para la franquicia. Esto no es, por decirlo con todo respeto, como franquiciar un negocio de cafetería.
Pero aún y así hemos encontrado un ritmo de crecimiento de entre 8 y 10 escuelas anuales en el que crecemos orgánicamente, con equipos dimensionados. Vamos lentos pero seguros.
¿Sigue con Jordi López, su socio inicial?
Sí. Han pasado 8 años y nos vemos mucho. Cada uno trabaja en un área complementaria: él lleva la docencia y el equipo y yo la estrategia y la expansión. Aunque le contaré una anécdota: gracias a que nuestro equipo de directores funciona tan bien, mi socio y yo hemos podido tomar un poco de distancia del negocio y ganado un poco de tiempo personal.
Eso es bueno, ¿no?
Pues sí. Estoy muy emocionado porque gracias a eso comencé un nuevo proyecto musical que verá la luz en enero de 2020, en la sala Luz de Gas de Barcelona. Es todo corazón. Una banda en la que hago de voz y guitarra. Hemos grabado un disco, llamado “Por primera vez” y producido por Teo Cardalda, el cantante de “Cómplices”.
¿A qué suena?
A Pop rock, a medio camino entre Calamaro y Revolver. Están invitados a venir a la presentación.