Dedico este día…

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El pasado domingo 8 de marzo se celebraba, perdón, se conmemoraba el día Internacional de la Mujer Trabajadora. El origen de esta efeméride fue la muerte de 129 mujeres costureras en un incendio provocado por los propios dueños de la fábrica. Su pecado fue organizar una huelga pacífica para protestar contra sus condiciones laborales y reclamar el fin del trabajo infantil.

Para cuantos argumentan que nunca podremos ser iguales, tampoco lo pretendemos por razones obvias. Aclararles que no se trata de conseguir la igualdad fisiológica entre hombres y mujeres, sino la igualdad de género. Consideración de todas las personas por igual, sin distinción de sexos.

En España no es necesario remontarnos a un siglo atrás. No fue hasta después de la dictadura, que la mujer pudo, por ejemplo, tener una cuenta bancaria, y aun más, necesitaba la firma del marido para realizar cualquier trámite. ¿Acaso no es eso una muestra de que la mujer era poco más que una pertenencia del hombre?

En ese sentido nuestra sociedad ha evolucionado algo, pero no demasiado. No hemos sido capaces de rectificar los errores cometidos durante tantos años de modelo patriarcal, en los que la mujer ha sido una sombra del hombre, con una existencia de sometimiento, aceptando ese rol por la educación machista recibida, y que en muchos casos sigue vigente en nuestros días, debido a que la mayoría de mujeres han seguido reproduciendo el mismo esquema en el seno de su familia.

Sólo la educación en la igualdad, la información y la justicia social permitirán que las mujeres se desarrollen como personas libres. Permitirán pensar y actuar por nosotras mismas, sin el sometimiento de los unos sobre los otros. Para conseguirlo sin esperar que deba pasar otro siglo, no sólo urge la educación de las mujeres, sino muy especialmente la de los hombres.

El escenario actual es bueno para nosotras. El acceso de la mujer al mercado de trabajo ha crecido como nunca en España; según el INE, la tasa de actividad femenina ha pasado del 45% de 2005 al 51% de finales del año pasado, las mujeres son el 57% de los universitarios y, por ahora, son las que mejor están conservando sus empleos en tiempos de crisis y hallan empleo antes. Pero todavía quedan lacras, por eso me gustaría dedicar este día, al recuerdo de todas las mujeres victimas del terrorismo “afectivo” derivado de comportamientos patriarcales de posesión. A aquellas mujeres que han sido asesinadas en nuestro país, al que definimos como democrático y desarrollado, sin olvidar a las mujeres que sufren una terrible represión en los países islámicos.

El gran día de verdad será el que no tengamos que recordar el 8 de marzo porque habremos conseguido aquello por lo que luchamos. La igualdad sin distinción de sexos.NULL

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