10 propuestas sobre cómo tiene que trabajar la función pública, el mercado de trabajo y las empresas en plena crisis y a una semana de arrancar septiembre
Llevamos casi 20 años escuchando a diferentes economistas que nos presagian crisis constantemente o que seguimos en ellas, y casi nunca nos dan recetas para evitarlas o sugerencias para el futuro. ¿Qué está pasando? Simplemente, estamos en una etapa diferente en la manera de hacer las cosas, es un nuevo modelo y paradigma. El capitalismo tiene que evolucionar hacia un sistema más justo y equitativo; el sistema actual ha prescrito, hay que buscar fórmulas empresariales más democráticas, compartir riesgos y éxitos, implicar por igual en los proyectos a empresa y empleado, desarrollar actitudes colaborativas. Al mismo tiempo, hay que abandonar el modelo que “papó Estado” lo paga todo.
En paralelo, y como consecuencia, el mundo de la contratación e incorporación de personas a las empresas, así como su salida de éstas, y la dinamización del mercado laboral en general, requiere actuaciones disruptivas pero necesarias. A continuación, relatamos 10 recetas que nos tendrían que ayudar a evolucionar en algunas cosas y dinamizarían el mercado laboral:
1. “Traemos la China a casa”: traemos la industria a nuestro país
Tal como se está viendo, no sólo del sol, playa, paella y turismo puede vivir un país, aunque también es un sector necesario. Ni tampoco sólo de la construcción, que también lo es. Tenemos que volver a ser fuertes en el ámbito de la producción, la industria y servicios y con ellos crear ocupación. China y otros países del Sudeste asiático se llevaron, o les entregamos, nuestra producción, se convirtieron en la fábrica del mundo, con el consiguiente impacto en las economías locales y en el medio ambiente, en nombre de la globalización.
Este modelo se ha demostrado equivocado. La rotura de stocks que se produjo en muchas industrias cuando las plantas chinas frenaron su producción es un mero detalle cuando hemos comprobado con perplejidad como los países, principalmente europeos, nos peleábamos para conseguir su material sanitario, lo cual provocó una subasta, con el consiguiente efecto en precios, además de la mala calidad de alguno de sus productos, tanto de test como de material de protección.
Por lo tanto, tenemos que recuperar la producción deslocalizada, tenemos que devolverla y darle valor añadido. Y para poder volver a tener la producción a casa es importante que desde la Administración se ayude y se tenga la posibilidad de facilitar espacios e impuestos alineados con la voluntad de incentivar que se fabrique aquí.
2. Reindustrializar el territorio
No deslocalicemos más, el mundo está cogiendo una tendencia de desglobalización, pero teniendo en cuenta la nueva economía, verde, digital y sostenible. Apartémonos de las grandes ciudades, vamos a vivir en entornos más sanos, redistribuyamos la población, creemos ocupación y hagamos fábricas/ servicios sostenibles fuera de las grandes ciudades y de sus metrópolis.
Acabemos con a la esclavitud de la antigüedad en los nuevos contratos. Flexibilidad y trabajo, con el sistema de bolsa compartida, como modelo de contratación y de desvinculación contractual por las dos partes.
Proponemos limitar la tipología de contratos, que tienen que ser ágiles y comprensibles: indefinido (con la bolsa compartida); trabajos por obra y servicio (proyectos; con limitación de tiempo); aprendizaje (jóvenes que empiecen); séniors en su recta final laboral.
No provoquemos ni facilitemos las jubilaciones anticipadas y que, por supuesto, sin que le cueste nada en el Estado.
¿En qué consiste la bolsa compartida? Tanto el empleado como la empresa ingresan cada mes en igual proporción en una bolsa X euros para acumular fondos para cuando quieran o tengan que separarse profesionalmente (hay que regularlo). Esto los permitirá a las dos partes deshacer el acuerdo de colaboración unilateralmente y disponer de la bolsa acumulada, independientemente de quien tome la decisión: se trata de una cultura igualitaria. Desaparece el concepto de liquidación por antigüedad. El efecto bolsa da flexibilidad y libertad a las dos partes. El empleado no está sujeto a la presión de permanecer en la empresa para poder cobrar indemnización, puesto que la tiene controlada; y el empresario puede prescindir del trabajador cuando su rol ya no es necesario, y no tener que preocuparse de cuánto le cuesta despedir y si tiene los fondos para lo cual.
El rol del sindicato tiene que ser otro diferente al actual. Las empresas y los mánagers tienen que cambiar también su manera de gestionar a la gente.
3. Mejora de los servicios de ocupación (SOC / SEPE)
Reducción del tiempo de prestación desocupación y mejor orientación profesional: prestación de entre 6 y 12 meses como máximo y desde el primer día preparando y formando a la persona que esté en el paro para nuevos puestos que irán siendo necesarios en el mundo laboral actual y futuro. Es un paro proactivo y totalmente focalizado en dar salida profesional a una persona que no tiene trabajo.
4. Cambio del modelo de contratación de la Administración Pública
No más contratación de funcionarios con contrato para toda la vida. Adecuar la contratación de estos profesionales a las necesidades reales, hay que reestructurar claramente la Administración Pública. Sí a contratar personas para trabajos en la Administración Pública, pero con los contratos privados. Hay que respetar los acuerdos de antes, pero desde hoy ningún trabajo más para toda la vida. Contratar un trabajador eficiente y motivado, que si un día se desmotiva o quiere crecer pueda salir de la Administración como de cualquiera otro puesto de trabajo en cualquier empresa.
5. Fomentar la movilidad profesional
Máximo 6/8 años en un puesto de trabajo. Que la gente sea feliz en el trabajo (oportunidad de cada X años cambiar de actividad o rol, en la misma empresa o fuera de ella). Los lugares, los cargos, las presidencias (políticas o no) no más de un máximo de ocho años (los dos últimos ya estamos preparándolo para otras áreas y responsabilidades futuras).
Formación continua. No vale aquello de hacer toda la vida lo mismo, es desmotivador y deja de aportar valor, y no ayuda al desarrollo intelectual, emocional y de autoestima de las personas. Llevar 20 años en la misma empresa, en el mismo cargo, no acumula 20 años de experiencia, sino tan sólo 1 año de experiencia repetido 20 veces.
6. Nuevas maneras de trabajar
El teletrabajo nos está enseñando que hay otras formas y estilos diferentes e interesantes para trabajar. Ir a la oficina es necesario, pero no hace falta cada día; se podrían organizar turnos. Esto supondría menor movilidad/ tránsito y por lo tanto menor contaminación y mejor conciliación personal. Hay trabajos presenciales que son imposibles de modificar. Además, el hecho de conciliar mejor con tu vida personal tendría un efecto positivo en la economía, dinamizándola y generando ocupaciones.
7. Defender la permanencia de las empresas locales
Queda prohibida la venta de empresas a competidoras extranjeras, sino es con unas condiciones especiales priorizando y potenciando las empresas catalanas y españolas. No tenemos que estar en manos de inversores extranjeros. Orgullo del nuestro, y control, (¿les suena el caso Nissan?), del destino de las ocupaciones. Cómo argumenta el conseller de Economía de la Generalitat, Pere Aragonés, que la financiación de la que hace aportación la Generalitat y otras instituciones públicas se estructure en forma de capital, y no de subvenciones que no permiten influir en las decisiones. Seamos franceses.
8. Aportaciones del talento sénior
Tenemos que intentar que no se pierda el capital intelectual que nos aporta la gente que se jubila. Hacer un “testamento conceptual” no puede ser que se jubile un trabajador y no deje testamento de conocimientos, no se puede perder todo lo que ha aprendido (fuga de capital intelectual). En la última etapa de vida laboral hay que dejar un legado y un traspaso de conocimientos generacional (idealmente documentado).
9. Derogar el Ingreso Mínimo Vital
Aunque es la ley más reciente aprobada por el Gobierno, es una decisión que no incentiva a buscar trabajo, sino que fomenta la economía sumergida y cronifica la pobreza. En esta situación les estamos dando los peces, no les estamos enseñando a pescar. Estamos muy a favor de invertir estos recursos en formar a los parados para que puedan conseguir ocupación, pero no subvencionar su falta de trabajo. Así sí que les damos las cañas para que puedan pescar sus peces.
10. Subir el Salario Mínimo Interprofesional
Una subida del salario de los trabajadores incentiva a estos a incorporarse al mercado laboral, que en los últimos años se estaba secando, y les motiva a trabajar de forma más eficiente, lo cual deriva en mayor productividad en las empresas. Aunque existe la corriente de economistas que sugieren lo contrario, se ha demostrado que la subida del SMI experimentada los últimos años (2019 y 2020) no ha tenido un efecto negativo en la creación de ocupación.