Hace unos días, los medios de comunicación destacaban en sus portadas la decisión de Bruselas de crear una partida especial de dinero, a fondo perdido , para paliar una de las vergüenzas de España, su tasa de más del 50% de desempleo entre los jóvenes. Pero a muchos probablemente se les escapó leerse la letra pequeña del acuerdo europeo, que impone unas condiciones concretas del Gobierno para acabar enviando el cheque.
De entrada, del total de 6000, un tercio casi se viene a España, son 1900 millones para 7 años. A contar desde 2014. Aunque también es cierto que en la capital europea estarían dispuestos a que se gastaran por completo tan solo en dos. Por tanto, pongamos 950 millones de euros estos próximos dos años. Pero lo que no se ha dicho es que, como condición, se pide una remodelación en profundidad de cosas como la estructura de nuestro sistema de formación así como de la burocracia del sistema de pago por desempleo.
Va a ser, por tanto, un dinero controlado por “hombres de negro”, que exigirán que esos cambios sean notorios. Y ese es un tema clave, en un Estado en que se gastan 30.000 millones del presupuesto anual en pagar a los parados. Por tanto, que nadie se crea que va a llegar el cheque y se va a poder disponer, así, en un visto y no visto, del dinero. Igual que en el tema de la formación. El modelo alemán, con sus minijobs incluido, es el que tratan de imitar en Europa. Dinero que va a las empresas para que paguen estancias de prácticas, como primer pie del joven para acabar trabajando en ella.
No se trata, pues, de invertir todo el dinero en cursos gratis para desempleados, sino en tratar de incentivar de manera clara a que esos jóvenes uno de cada dos, ya hoy, para que una compañía se decida a incorporarlo. Hasta ahora, en España lo más habitual era tener al “becario” 3 meses y decirle adiós luego. Había algunos que estaban allí sin poco o nada que hacer, aunque en algunos sectores, empresarios “listillos” se aprovechaban de ellos, obligándoles a trabajar al mismo ritmo que los trabajadores de la plantilla.
La situación, a día de hoy, nos muestra que muchos jóvenes deciden emigrar, básicamente a otros países europeos donde ya se practica el modelo. Otro gran grupo de jóvenes han optado por alargar su formación ampliando currículo haciendo postgrados y masters, y de paso, descapitalizándose ellos o sus padres.
Hay que afrontar el tema de cara. Cambiar la mentalidad de empresarios y jóvenes, revisar el modelo de oferta educativa, aumentando el prestigio de la formación profesional, regulando la oferta universitaria hoy absolutamente masificada en algunas titulaciones, lo que hace que haya un “efecto embudo” de licenciados sin posibilidades.