La despoblación en España no es un fenómeno uniforme; la población en los municipios pequeños y rurales crece en las zonas del litoral mediterráneo, en torno a capitales de provincia y grandes ciudades y en algunas comunidades autónomas, como en Madrid (45%), Murcia (34%) o Cataluña (31%)
El fenómeno de la despoblación causa profundas brechas entre las regiones españolas, especialmente en materia demográfica, en cuanto a composición por género y edad; económica, en relación a empleo, generación de riqueza y productividad; y actitudinal, en términos de grado de confianza en las instituciones y satisfacción ante los servicios públicos. Esta es la principal conclusión del informe del Centro de Políticas Económicas de Esade (EsadeEcPol) “Despoblación y políticas de lugar”, en el que se analiza la evolución de la despoblación en España y que pone de manifiesto que este fenómeno no ha sido o está siendo uniforme en todas las comunidades y que la caída en los flujos migratorios del medio rural al urbano registrada durante la pandemia se ha producido más por el parón en el éxodo de los municipios pequeños que por la llegada de población de las ciudades a los pueblos motivada, entre otros, por el teletrabajo.
Según afirma Toni Roldán, director de EsadeEcPol, “la polarización territorial está entre las principales mega-tendencias de la globalización del siglo XXI. Sus causas son estructurales, están asociadas a las dinámicas de la globalización y a las economías de aglomeración, y generan costes sociales que debemos intentar mitigar articulando políticas efectivas . Sin embargo, y a pesar de los millonarios compromisos de inversión – 10.000 millones en el plan de recuperación – el debate sobre la efectividad de las “políticas de lugar” ha estado completamente ausente en España hasta el momento”.
Principales brechas entre el ámbito rural y el urbano
En materia demográfica, el informe de EsadeEcPol pone de manifiesto marcadas diferencias entre las zonas rurales y las urbanas. Según su análisis, en las primeras el porcentaje de población mayor de 65 años ronda el 40% mientras que, en las segundas, este volumen cae al 28%. Un fenómeno similar se produce en cuestión de género; mientras que en las ciudades la proporción se sitúa en 95 hombres por cada 100 mujeres, en las zonas rurales el número de varones crece hasta el 102.
Desde un punto de vista económico, el informe también señala una profunda brecha; mientras que las zonas urbanas concentran más del 65% del empleo y son capaces de generar más del 66% del PIB español, las rurales congregan menos del 2% del empleo generando cifras similares en PIB. En este sentido, también se destacan las diferencias en productividad, así como aquellas relativas al desempeño empresarial medido a través del tamaño medio de las empresas —4,5 trabajadores frente a 2,8 de las zonas rurales— y a la tasa de supervivencia empresarial.
El informe también detecta divergencias en cuestión de actitudes frente a las instituciones democráticas, con mayor descontento entre las zonas rurales, y en el grado de satisfacción con los servicios públicos. En este sentido, las zonas rurales se muestran menos satisfechas con los servicios sanitarios y de transporte, pero más satisfechas con la educación que las zonas urbanas.
Evolución de la despoblación en España y efectos de la pandemia
Gracias al análisis de la evolución demográfica entre 1996 y 2020 realizada por EsadeEcPol para este informe, también se ha podido comprobar que la despoblación en España no es un fenómeno uniforme. Así, y según los datos analizados, mientras que los municipios rurales de algunas comunidades autónomas han crecido, como en Madrid (45%), Murcia (34%) o Cataluña (31%), en otros ha decrecido, caso de Asturias (-26,9%), Castilla y León (-19,7%), Galicia (-16,9%) o Extremadura (-9,6%). En cuanto a municipios pequeños, el crecimiento se ha concentrado en el litoral mediterráneo y las islas, en torno a las capitales de provincia y grandes ciudades, y en los ejes principales de comunicación. Por otro lado, el informe pone de manifiesto que el efecto de la pandemia en los flujos migratorios se ha traducido en una mejora del saldo de los municipios con menos de 10.000 habitantes en España, aunque ésta se explica más por el freno en el éxodo de los municipios pequeños y rurales en más de 60.000 personas, comparado con la media de años anteriores y no tanto por la llegada de población de las ciudades a las zonas rurales.
Políticas para frenar la despoblación
El informe ‘Despoblación y políticas de lugar’ de EsadeEcPol advierte que este fenómeno “genera costes sociales más allá de los meramente económicos” y señala que “éstos aumentan según crece la despoblación”. Por esta razón señala la importancia de mejorar el debate en materia de la inversión y diseño de políticas específicas al respecto, especialmente de cara al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que incluye un compromiso de 10.000 millones con este objetivo. El informe, que analiza la evidencia disponible de diversas “políticas de lugar”, sugiere que las políticas “top-down” de grandes inversiones en infraestructuras, tipo “elefantes blancos” tienden a ser muy poco efectivas y recomienda que “las medidas se centren en favorecer las condiciones para que se genere actividad económica en las zonas en declive, adaptando las políticas a las necesidades y oportunidades de cada lugar”. Con este objetivo, el documento distingue entre políticas de gran escala, centradas en mitigar las dinámicas centro-periferia y políticas a pequeña escala que puedan variar según las características del municipio, aunque como afirma Toni Roldán, director de EsadeEcPol, “no existen soluciones mágicas para la despoblación, y en el mejor de los casos el objetivo de las políticas será el de ralentizar un proceso que, para determinados territorios, será inevitable”.
