Joana Amat

Presidenta de FIDEM

Buscando igualdad

©FeedbackToday/Nacho Roca

“Rompemos techos de cristal a diario. Pero se reconstruyen”

FIDEM potencia el crecimiento personal y profesional de las mujeres y su influencia en la sociedad
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Empresaria, emprendedora y visionaria, Joana Amat ha dedicado su vida a promover la igualdad de género en los negocios y en todos los ámbitos de la sociedad.

En 1985 usted y su hermana tomaron las riendas de una empresa familiar.

Sin una idea previa de hacerlo. Más bien por un sentido de responsabilidad hacia nuestra madre y hacia el negocio que ella levantó. A mí me hubiera gustado hacer otra cosa, pero se puede ser emprendedora en la vida sin haberlo decidido.

Se puede ser emprendedora en la vida sin haberlo decidido.

Aquella empresa, Amat Immobiliaris, tuvo unos inicios duros.

En 1948, cuando tenía 24 años, mi padre fundó la firma. Él falleció a los 27. Y yo nací al día siguiente del funeral. Mi madre, con solo 25 años y dos hijas pequeñas, se puso al frente del negocio en 1952. Fue la primera mujer directiva de una inmobiliaria en España. Le hablo de unos tiempos muy distintos a los actuales. Para ella fue muy duro.

Mi madre fue la primera mujer directiva de una inmobiliaria en España 

¿Por qué razón?

No tanto por la maternidad, porque, por suerte, nuestros abuelos nos acogieron. Es porque el sector entero no la admitía: ella era mujer y, como tal, se suponía que debía estar haciendo otras labores. Le decían de todo: “mala madre”, “le quitas el pan a los hombres”, … 

Aquella lucha fue la que nos llevó a mi hermana y a mí a ponernos a trabajar cuando tuvimos edad para hacerlo. Había que seguir. ¿Qué hubiera dicho mi madre si hubiera visto que ninguna tenía interés por seguir con el proyecto que tantas lágrimas le habían costado? Así que estudiamos una carrera y, además, nos pusimos a trabajar.

Le decían de todo por ser mujer: “mala madre”, “le quitas el pan a los hombres”, … 

¿Pudieron estudiar algo a su gusto, por lo menos?

Sí. Yo me especialicé en Economía y mi hermana en Derecho. Pero seguramente yo hubiera elegido las ciencias políticas y la historia. Soy una gran apasionada. Aunque tocaba hacer otra cosa. A la larga hemos ido descubriendo otros campos. Yo, el de la tecnología. Y mi hermana el marketing. Cada una tomó sus propias derivadas, pero siempre aplicables al negocio.

Seguramente yo hubiera elegido las ciencias políticas y la historia. Soy una gran apasionada. Aunque tocaba hacer otra cosa

¿Cómo era el sector inmobiliario en los años 50, cuando su madre se puso al frente?

Aquel era el mundo del alquiler. Hoy nos dicen que en España el sector siempre se ha basado en la compraventa… No tienen ni idea. Desde 1952 hasta finales de los 60, que es cuando mi hermana y yo nos incorporamos a la firma, la actividad fue exclusivamente la gestión de alquileres.

Y no eran los alquileres de ahora.

Entonces había unos contratos indefinidos que podían durar hasta tres generaciones. Y, además, los precios estaban limitados por ley. Lo que lograron es que, en pocos años, la ciudad de Barcelona pasara de tener un 55% de viviendas en alquiler a un 30%.

Lo que lograron es que, en pocos años, la ciudad de Barcelona pasara de tener un 55% de viviendas en alquiler a un 30%.

¿Por qué?

Porque con aquellas rentas tan bajas no se podían mantener ni los edificios. Los propietarios venían una vez al año a nuestras oficinas a buscar sus liquidaciones. Y, en vez de cobrar, ¡terminaban pagando! El resultado final era siempre negativo, porque entre las reformas, el mantenimiento y los arreglos, se gastaban más que lo que ingresaban en alquileres. Lógicamente, nadie quería invertir en el sector y, así, vimos cómo se fue muriendo.

Y en ese contexto entraron su hermana y usted en la empresa.

A finales de los años sesenta comenzamos a administrar las primeras comunidades de vecinos. Mi madre no lo tuvo que hacer nunca, porque en su tiempo todo se regía por alquileres. Más adelante, en los años 80, llegó el negocio de la compraventa. Hasta entonces apenas se vendían inmuebles de segunda mano. Aunque sí se vendía obra nueva, especialmente la que se construyó en el extrarradio de Barcelona a partir de los 60. Pero no era lo que es hoy.

Ustedes comenzaron a emprender hace más de treinta años. Como presidenta de FIDEM, ¿diría que la emprendeduría actual es distinta?

Creo que ha cambiado. Sin duda, hoy hay más preparación y más personas formadas que antaño. Además, existen dos ámbitos de emprendeduría. Uno lo proporciona el mundo universitario. Hay muchas personas que terminan sus estudios y que emprenden porque no encuentran otros trabajos que no sean los precarios… Tenemos un problema gravísimo de sueldos bajos. Y no hay derecho a que jóvenes que han invertido tantos años en estudios tengan que cobrar como becarios sin alternativa. De ahí que proliferen las startups, por ejemplo.

La emprendeduría ha cambiado en 30 años. Sin duda, hoy hay más preparación y más personas formadas que antes.

¿Y el segundo ámbito?

Es el que conocemos más en FIDEM. Tenemos a muchas mujeres que emprenden porque la sociedad ya no cuenta con ellas y, sin embargo, poseen unas capacidades extraordinarias: preparación, años de experiencia y unas grandes ideas.

Cuando eres mujer, tienes más de 45 años y has entrado en un proceso de despido, el mercado ya no te espera. A la mujer se la discrimina y eso le genera problemas muy graves. De ahí que emprender pueda ser una salida. Es más, hay mujeres que no solo encuentran una salida en ello sino también una razón de vida: algo que las hace sentirse plenas y que probablemente no hubieran intentado si hubieran seguido en un trabajo convencional.

Cuando eres mujer, tienes más de 45 años y te han despedido el mercado ya no te espera.

Dicen que hay líderes femeninas que reproducen arquetipos masculinos. ¿Es así?

Tal vez fue una realidad. Pero, por suerte, la nueva generación ya no es así. Creo que las personas de entre 40 y 50 años ya tienen otra mirada, y esto es muy bueno. En FIDEM hemos puesto en marcha un proyecto llamado Copersona. Intentamos poner a la persona en el centro, da igual si es hombre o mujer. Con ese programa creemos que en 15 años es posible harmonizar la vida profesional, personal y familiar. Y entonces el mundo podría ser distinto: mujeres más preparadas con algún rasgo de masculinidad y hombres más preparados con algún rasgo de feminidad. Ahora hay pocos hombres con masculinidades distintas, pero este es un cambio que va a más.

También estamos importando corrientes de fuera, como el capitalismo consciente o la economía del bien común, que van a cambiar las reglas del juego y que harán que las empresas tengan un propósito social, además de un interés mercantil. Y la influencia de la mujer en todos esos movimientos es altísima.

El mundo podría ser distinto: mujeres más preparadas con algún rasgo de masculinidad y hombres más preparados con algún rasgo de feminidad.

¿Ha tenido que romper Ud. algún techo de cristal en su vida?

Rompemos techos a diario. Porque se rompen y se reconstruyen. Yo tengo una mirada positiva de las cosas y siempre pienso que no estamos donde nos gustaría estar pero que, si vemos cómo eran las cosas hace 30 años, el salto ha sido infinito. Naturalmente nos queda mucho camino por recorrer.

¿En qué dirección?

En las empresas, todos sabemos que las mujeres no ocupan los cargos de dirección que les correspondería ocupar. Y es por falta de masa crítica. Se pierden mujeres en la etapa de mandos intermedios. Y necesitamos que haya más de ellas en cargos intermedios para que no haya excusa para no promoverlas a los consejos de administración.

Todos sabemos que las mujeres no ocupan los cargos de dirección que les correspondería ocupar.

¿Por qué se pierden?

Hay problemas que no están resueltos. Por ejemplo, la reducción de la jornada por maternidad. En cualquier país de Europa, la reducción de jornada dura tres o cuatro años, hasta que la criatura comienza a ir a la escuela. Y, además, el puesto de trabajo no está blindado, sino que simplemente está protegido.

En España, en cambio, esa reducción dura doce años. Y el puesto está blindado, de manera que a esa mujer no se la puede despedir en todo ese tiempo. El resultado es que, en la práctica, los procesos de selección ya no dejan pasar a las mujeres y, por tanto, no las encontramos entre los mandos intermedios.

Por no decir que, si te conviertes en madre y decides reducir tu jornada, tu jubilación nunca será del 100%. Y eso quiere decir que vas a ser pobre en el futuro. Aquí tenemos un punto débil que nadie suele tener en cuenta.

Si te conviertes en madre y decides reducir tu jornada, tu jubilación nunca será del 100%. Y eso quiere decir que vas a ser pobre en el futuro.

Háblenos de FIDEM. ¿Cómo se estructura?

En primer lugar, tenemos un patronato muy poderoso, formado por mujeres empresarias y autónomas, con gran capacidad intelectual y talento. Nos organizamos por comisiones de trabajo.

Cuéntenoslas, por favor.

La primera es la comisión de “Socias”, que organiza el contacto social entre las propias compañeras. También promueve unos premios, distintos a todo lo que se está haciendo… Piense que encontramos a mujeres de alto talento, antes de que tengan éxito: le dimos el premio a Carme Ruscalleda antes de tener su primera estrella, y a Catalina Hoffman, y a Rosa Clará. Estos premios reconocen las virtudes humanas, la calidad de cada una de ellas… Sus virtudes profesionales ya las conoce todo el mundo.

¿Qué otras comisiones tienen?

La de “Emprendeduría”. Es nuestro core business y trabaja en tres líneas. Una de ellas es con Incorpora, de La Caixa. Ahí ayudamos a emprender a mujeres jóvenes, en riesgo de exclusión social, ya sea por edad, por ser víctimas de violencia machista o porque provienen de otros países.

La segunda también es maravillosa. Ayudamos a emprender a mujeres enfermas de cáncer de mama que se encuentran en la fase final de su tratamiento en el Hospital Durán i Reynals. Ese cáncer puede afectar a muchas edades, pero mayoritariamente a mujeres de entre 45 y 55 años. Y la mayoría tienen que abandonar el trabajo para tratarse, o las despiden. Luego ya no las espera nadie. Incluso la pareja suele dejarlas, en promedio, al cabo de uno o dos años. 

Encima, esa enfermedad requiere hasta diez años de recuperación. Solas, sin trabajo y con los hijos crecidos, esas mujeres entran a menudo en fase depresiva. Así que la emprendeduría es de gran ayuda.

Ayudamos a emprender a mujeres enfermas de cáncer de mama que se encuentran en la fase final de su tratamiento en el Hospital Durán i Reynals.

Tiene razón. Ese proyecto es maravilloso.

Estamos buscando fondos. Así que, si alguien está leyendo esta entrevista, que lo sepa. Hemos estado haciendo pruebas en el Duran i Reynals, pero queremos extenderlo al Trueta de Girona y a todas partes.

La tercera iniciativa es una cátedra de emprendeduría en la Universitat de Girona. Tratamos de desplegar nuestra influencia allí con estudiantes, explicándoles casos reales para mostrarles que emprender es algo posible y una muy buena opción para su futuro.

Estamos buscando fondos. Así que, si alguien está leyendo esta entrevista, que lo sepa.

Fantástico. ¿Qué otras comisiones le quedan por explicarnos?

La de “Valores”. Siempre trabajamos con otras instituciones y, a menudo, en el extranjero. En 2016 iniciamos un proyecto de siete años, del que acompañamos los dos primeros. 35 mujeres de aquí fueron a la India para ayudar a otras mujeres. De ello ha quedado testimonio en un libro llamado “Mandala de Mujer”, fruto del primer viaje. Ahora le hemos pasado el testigo a la Fundación Vicente Ferrer. 

También becamos a jóvenes madres de zonas muy desfavorecidas de la República Dominicana para que puedan ir a la universidad. Y a jóvenes senegalesas para que establezcan negocios de cría de pollos y puedan ir a venderlos al mercado. Y hemos recaudado dinero para el proyecto de Sor Lucía Caram, con unos pisos de uso social… Tenemos mucha imaginación y energía: la mañana de Sant Jordi de 2018 vendimos 1.400 ejemplares del libro que le comenté. Fuimos por toda Catalunya a hacerlo… Si algo sabemos hacer las empresarias es vender.

La mañana de Sant Jordi de 2018 vendimos 1.400 ejemplares del libro “Mandalas de Mujer”. Fuimos por toda Catalunya a hacerlo… Si algo sabemos hacer las empresarias es vender. 

Su entusiasmo es encomiable.

Todavía hay otra comisión, la “Internacional”. Empresarias de éxito hacen de mentoras de otras empresarias aquí o en otros países. Hemos ido desde Italia hasta Irán. Y el Covid19 nos ha paralizado un proyecto en la China.

¡Caramba!

Tienen ahí a muchas bordadoras que trabajan muy bien el textil, pero que no encontraban mercado en Europa. Estudiamos el caso y concluimos que es una cuestión de gusto estético del cliente europeo y que había que dar un nuevo estilo al producto. Nos pusimos de acuerdo con una escuela de diseño gallega para ir de la mano y enseñárselo a aquellas mujeres. 

Ojalá don Amancio Ortega les eche una mano.

¡Ojalá!

Joana Amat es la presidenta de FIDEM (Fundación Internacional de la Mujer Emprendedora), la impulsora del proyecto Copersona y una parte esencial en la lucha en favor de la igualdad de género. También es, junto a su hermana Immaculada, codirectora de Amat Immobiliaris, la empresa familiar que sembró su difunto padre y que levantó, piedra a piedra, su madre, Concepción Amigó. Concepción fue la primera empresaria del sector inmobiliario en España y tuvo que lidiar con las dificultades propias de un negocio y con las de un sector que, por ser mujer, le era hostil. De aquel ejemplo, surgieron las tenacidades de Joana e Immaculada quienes, desde 1985 y hasta la ley de paridad de 2008, solo contrataron a mujeres en su empresa como manera de luchar en favor de la igualdad. 

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