La Nota Internacional «El mundo en 2022», es un ejercicio de prospectiva del equipo de investigadores de CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs), en colaboración con EsadeGeo – Center for Global Economy and Geopolitics
2022 es un año para revaluar los límites de la desigualdad, de las medidas restrictivas, de los planes de estímulo, de las tensiones geopolíticas o de la desconfianza en las instituciones. La recuperación económica y anímica será desigual y estará condicionada a sobresaltos en la rivalidad entre grandes potencias, las subidas de precios y la superación plena de la pandemia. El mundo no tiene un problema de diagnóstico.
Se reconoce la necesidad y urgencia de las transiciones socioeconómicas, tecnológicas y climáticas en curso. El debate se centra en saber qué tipo de liderazgo está mejor preparado o goza de mayor legitimidad para pilotar los cambios, cómo transitar este proceso con los menores costes sociales posibles y dónde está el umbral de una posible irreversibilidad.
El mundo en 2022: diez temas que marcarán la agenda internacional
1. Recuperación económica. El debate económico internacional intentará despejar cinco incógnitas: la solidez y sostenibilidad de la recuperación en las economías desarrolladas; el grado de vulnerabilidad de las economías de renta media; la amplitud de disparidad de comportamientos de las llamadas economías emergentes; el alza de precios, los cuellos de botella y los atascos de suministros como
preocupación global; y, por último, el grado de preocupación sobre la factibilidad e impacto del estallido de la burbuja china.
2. Tensión geopolítica. La relación EEUU-China se ha consolidado como la rivalidad estructurante del sistema internacional. El vínculo transatlántico también estará bajo los focos, especialmente durante la cumbre de la OTAN en Madrid (29-30 de junio de 2022). Esta cita será un termómetro para testar el nivel de convergencia y confianza entre Estados Unidos y sus aliados europeos, y para comprobar cómo se posiciona la alianza en relación con China. ¿Hasta qué punto la UE querrá proyectarse hacia el Indopacífico o seguirá centrándose en los espacios más cercanos? Si sigue el ritmo marcado por las dos superpotencias, mirará hacia el Indopacífico y la cooperación con Estados Unidos y la competencia con China ganarán peso en la agenda de seguridad.
3. Precios. El alza de precios no tiene una única causa. Los efectos de mayores niveles de consumo y de liquidez gracias a los planes de estímulo y los excedentes de ahorro se daban por descontado. Pero a esto se le han añadido una suma de disrupciones en las cadenas de suministros, falta de materias primas como la propia madera o de derivados como el papel, el colapso de puertos y cuellos de botella en la producción y la distribución. A las medidas restrictivas impuestas por grandes economías como China para el control de la pandemia, se le ha sumado la escasez de mano de obra en posiciones esenciales. La decisión de los países productores de negarse a inyectar más petróleo en el mercado ha contribuido a aumentar la presión alcista. Una de las alzas de precio con mayor carga geopolítica es la de la energía.
4. Salud. La expansión de la COVID-19 propulsó la salud a lo más alto de la agenda internacional. Esto incluye el impulso a la cooperación internacional en materia de salud, el uso geopolítico de la vacuna, o la reivindicación de la buena o mala gestión sanitaria como uno de los principales ingredientes del poder blando. El éxito o fracaso en materia de inmunización, o en la aparición o no de tratamientos efectivos contra la COVID-19 son factores decisivos con un fuerte impacto sobre la agenda política, económica y social.
5. Miedos. El miedo a la pandemia no ha desaparecido, pero debe compartir protagonismo con otros temores. Algunos son coyunturales, como el de la escasez y la disrupción de las cadenas de suministros, otros de carácter permanente como las consecuencias del cambio climático, el descontento social o la obsolescencia de determinados tipos de trabajo. Se trata, en suma, del temor a no poder adaptarse personal y colectivamente a una serie de transformaciones irreversibles.
6. Liderazgos. ¿Qué tipo de ideas, personas y modelos gozan de mayor apoyo y legitimidad? En 2022 estas preguntas adquieren dos matices distintos: la valoración que los ciudadanos puedan hacer en las urnas de la gestión de la pandemia; y el tipo de ideas, personas y modelos que generan más credibilidad para conducir la pospandemia. No sólo los liderazgos democráticos buscarán renovar la confianza popular, sino que los autoritarios también invertirán esfuerzos en consolidar sus bases y mejorar su reputación internacional.
7. Innovaciones. ¿Estamos mejor preparados para hacer las cosas de forma distinta? Las medidas impuestas para hacer frente a la emergencia sanitaria aceleraron procesos de transformación económica y social, y se ha producido un cambio de hábitos en movilidad, consumo, procesamiento de la información, y un proceso de aprendizaje intensivo de herramientas digitales. Otra de las herencias de la
crisis sanitaria ha sido el foco en la ciencia: la última encuesta global del State of Science Index (SOSI) indica que un 79% de la gente confía que la ciencia mejorará el modo de vida de los próximos cinco años.
8. Movilidad. 2022 debería ser el gran año de la recuperación de la movilidad internacional, aunque a diferentes velocidades. Pero hay otros fenómenos que contribuirán a situar a la movilidad internacional como un factor relevante: las medidas impuestas para contener la pandemia incrementan el número de personas dispuestas a emigrar; la crisis sanitaria y los desajustes en el arranque de la economía
han propiciado una mayor demanda en las principales economías desarrolladas de trabajadores en determinados sectores; y los procesos de emulación y aprendizaje en la utilización política de las migraciones: las fronteras europeas son el laboratorio en el que diversos países están probando dónde están los límites para ejercer presión sobre la UE utilizando el miedo o rechazo social a la
llegada de inmigrantes.
9. Crisis humanitarias. Según Naciones Unidas, entre 2020 y 2021 se ha pasado de 167 a 235 millones de personas necesitadas de ayuda humanitaria. La COVID-19 está actuando como factor agravante de las crisis humanitarias preexistentes.
10. Emergencia climática. El concepto de justicia estará muy presente en la conversación global sobre el desafío climático. No obstante, los términos del debate tendrán matices distintos. En las economías más desarrolladas se insistirá en la necesidad de promover una transición justa, que compense los costes de los sectores, territorios o individuos que salen perdiendo con la transición verde. En cambio, los países de industrialización tardía y con déficits importantes de desarrollo demandarán que los países más responsables de las emisiones vertidas hasta ahora financien los mecanismos para adaptarse a los efectos inevitables del cambio climático, lo que se convertirá en uno de los focos de debate de la COP27.
Fuente: Esade