Javier Velat es una persona joven y muy jovial. No responde para nada al arquetipo de empresario serio y seco. Antes al contrario transmite una impresión de cercanía y de empatía con el entrevistador, que seguro ha sabido aplicar a su cliente. Sólo así se explica el éxito de su proyecto, The Hostel Box, un concepto de albergue con “camas-cápsula” a la japonesa, que está triunfando en sus establecimientos de Barcelona y que ahora se está también deslizando por diversas plazas turísticas españolas. Le entrevistamos para saber más sobre el origen del proyecto y, también, hacia dónde se dirige.
“Soy un poco ‘friki’ de los hoteles. Me cuelo en ellos, los visito, hago de ‘mistery guest’…”
“Me recorrí todas las oficinas bancarias de la Diagonal de Barcelona buscando crédito. Era una mala época y no me lo dieron entonces. Sigo esperando su respuesta…”
“Arranqué gracias a la Caja de Ingenieros y a un inversor privado, Paco Mir, de El Tricicle. Compró la idea y se unió al carro”
“No nos permiten cápsulas dobles. Quizás no quieren que salgan parejas de ahí…”
“El nuestro es un producto replicable en cualquier capital europea o de España”
“Nos tratan como si fuéramos una casa de colonias y campamentos veraniegos y lo único que podemos tener son comedores donde la gente se cocine cada cual lo suyo”
“Por ahora reinvertimos todos los beneficios. Dentro de dos o tres años buscaremos algún fondo de inversión. Si alguno lee esto, que nos llame entonces”
A usted le gustan mucho los hoteles, ¿verdad?
Si le digo la verdad, soy un poco “friki” de los hoteles. Me cuelo en ellos, los visito, me gusta estudiarlos… Incluso hago de “mistery guest”. Gracias a eso y a un viaje que hice al Japón, donde conocí los famosos “hoteles-cápsula”, decidí montar el primero de esos hoteles en España. Así empezó todo hace cuatro años…
La idea era buscar algo fuera y traerlo para acá suele funcionar. Pero el suyo no es un proyecto fácil y la inversión inicial debió ser potente…
Pues sí. Me recorrí todas las oficinas bancarias de la Diagonal de Barcelona. Era una mala época para el crédito. No me lo dieron entonces y sigo esperando su respuesta… (se ríe). El único que me dio un crédito fue una entidad pequeñita, la Caja de Ingenieros, a la que estoy muy agradecido. Arranqué gracias a ellos y a un inversor privado, Paco Mir, del grupo teatral El Tricicle. Paco es una persona muy innovadora, muy creativa y le gustan mucho las nuevas ideas. Compró la mía y se unió al carro.
Encontrar la ubicación es algo crítico para su negocio, suponemos…
Para nosotros, una ubicación céntrica, cercana a algún atractivo turístico visitable como el Parque Güell o la Pedrera en Barcelona es lo más importante… Para el primero de los establecimientos, como teníamos recursos muy limitados, la búsqueda fue muy difícil. Visité y vi de todo. Pasé por calles que desconocía de la ciudad.
Un día, dándome una vuelta por el barrio del Poble Sec, detrás de la Avenida del Paralelo, descubrí que existía un hostel pequeño y también que, justo al lado, se alquilaba un local. Me decidí a llamar al tipo de la inmobiliaria para que me mostrara el local y, mientras esperaba a que llegara, me hice pasar por cliente del hostel para que me lo enseñaran… Así llegó el primero, en la calle Vilà i Vila.
Para quien no conozca Barcelona, ese es un sitio muy emblemático. Cercano a los cruceros, la estatua de Colón y a las Ramblas… Oiga ¿y la suya es una empresa familiar?
Mi hermano se dedica al marketing. Me ayuda los fines de semana porque trabaja en otra empresa de lunes a viernes. También nos ayuda nuestra madre, que es a quien se le ocurrió el nombre de la empresa: “Hostel Box”. Así pues, la mía es una empresa familiar, sí.
¿Las “cápsulas” que ustedes emplean para sus albergues son las mismas que las japonesas o las adaptaron?
Hubo que adaptarlas totalmente. Cuando me reuní con el técnico del ayuntamiento para presentar el proyecto me dijo que esto, aquí, era imposible. De hecho dijo: “¿pero qué me estás contando?”. Pero fui insistente, celebramos varias reuniones y al final nos dieron permiso.
Las cápsulas japonesas son de tipo “nicho” y se accede a ellas frontalmente. A nosotros nos obligaron a poner una entrada lateral que permite evacuar más fácilmente en caso de necesidad.
¿Y las hay dobles?
Eso no nos dejan hacerlo. Tal vez no quieren que surjan parejas de ahí… (se ríe).
Entonces su proyecto debe tener éxito entre los viajeros solitarios…
Exacto. Desde el principio nos quisimos enfocar a un público viajero, que vive su experiencia en la ciudad y que quiere pagar un precio realmente asequible. Intentamos darle el máximo confort posible dentro de una habitación compartida. Y de eso salió el concepto que denominamos “room in a room”, porque al final de lo que se trata es de crear tu espacio dentro de un espacio compartido.
En Barcelona hay un tema bastante controvertido con los pisos turísticos. Seguro que son competencia de ustedes. ¿Cómo ve la normativa sobre este tema en particular?
Pues sí, los de AirBnB, por ejemplo, son los grandes líderes mundiales. Me metí en su web y vi que están alquilando hasta veleros en el puerto de Barcelona. Llega un momento en que parece que cualquier cosa que pueda ser susceptible de ser ¡una cama para el cliente se alquila. Y creo que habría que regularizarlo un poco. Me parece bien la moratoria que ha decretado el Ayuntamiento. No obstante, si Barcelona es turística, deben de existir maneras nuevas de ofrecer servicios. Eso crea empleo.
Por cierto, que lo de la moratoria nos afectó de lleno. Teníamos un proyecto que iba a ser nuestro buque insignia y está parado ahora mismo. Como se trataba de una inversión importante, hemos decidido olvidarlo y buscar otros emprendimientos.
Desde el principio sabían ustedes que iban a querer crecer…
Así es. Abrimos el primer establecimiento y al cabo de seis meses tuvimos la oportunidad de abrir el segundo, cerca de la Plaza Lesseps. Cuando tienes una cosa funcionando ya es más fácil que otra se ponga también a hacerlo. A la vez es una manera de hacer que la gente confíe más en nosotros y que aparezcan inversores para seguir creciendo.
Y ahora que tienen éxito, ¿les ha salido algún banco de esos a los que llamaron años atrás para ofrecerles servicios?
Ahora sí. Empiezan a llamarnos a la puerta y nos reímos mucho por ello. Pero es lógico que lo hagan, claro.
El promedio de estancia de sus clientes, ¿cuál es?
Pues está en dos días y medio. Pero una vez vienen, no se crea que lo hacen sólo para dormir. Les ofrecemos actividades que tengan que ver con la ciudad y que la pongan a su disposición. Para mí algunos hoteles son muy fríos. En cambio otros supieron cómo reinventar su servicio y hacer que sus usuarios se socialicen. Eso es lo que hacemos con nuestra gente: ayudarles a que se conozcan entre ellos y compartan experiencias.
¿Hacia dónde piensan ir ahora? ¿Por dónde evolucionará Hostel Box?
El nuestro es un producto replicable en cualquier capital europea o de España. Ahora mismo tenemos proyectos en Madrid (estamos a punto) y dos proyectos en el Sur (Granada y Málaga). Queremos seguir creciendo. Y en este sentido también estamos trabajando en una nueva línea de franquicias. No existe el concepto de albergue franquiciado y vamos a ser el primero que franquiciará su marca.
Hay que decir que la idea surgió de una persona de Málaga, que quería abrir un hostel y que nos contactó para preguntar si podríamos hacerle franquiciado. Así pues, no fue una idea nuestra. Ahora estamos empezando las negociaciones (de hecho, fue la semana pasada) y todavía lo estamos definiendo todo.
Eso suena bien, pero las franquicias exigen tener un ‘vademecum’ con todos los reglamentos bien claros para que todo el mundo lo haga todo de la misma manera…
De momento hemos conseguido hablar con los bancos para que le puedan facilitar la inversión inicial al franquiciado. Eso lo hemos logrado gracias ya a nuestra marca. También exigiremos unos estándares de calidad y que tengan nuestros “boxes”, que es lo que nos diferencia del resto.
¿Ofrecen sus establecimientos servicios de restauración?
En Barcelona la normativa de albergues nos lo impide. No podemos tener bar o restaurante como tiene un hotel. Es una lucha continua que mantenemos con la Generalitat de Catalunya. De hecho, dependemos del Departamento de Bienestar y Familia, y no del de Turismo. Nos tratan como si fuéramos una casa de colonias y campamentos veraniegos y lo único que podemos tener son comedores donde la gente se cocine cada cual lo suyo.
Pero en el resto de España tener restauración es perfectamente posible. Así que al final debemos irnos adaptando al lugar en donde estemos y a su normativa.
Usted que trabajó de recepcionista de hotel, ¿tiene idea de cómo debe ser y comportarse su personal?
Para mí el personal es la parte más importante. Sin buen personal, ninguna empresa funciona. Y siempre digo que yo no soy el que paga sueldos, sino que quien los paga es el cliente. Hay que intentar incentivar al personal para que sea parte de la familia y que se sienta implicado en la satisfacción del cliente.
Actualmente viven en una fase de crecimiento empresarial… ¿Se les ha pasado por la cabeza decir “tiembla NH, que allá vamos”?
¡No! (se ríe) Somos una empresa pequeña y nuestro crecimiento es humilde. Lo importante es que todos en nuestro equipo nos sintamos parte del proyecto. Así que lo que nos empuja a crecer es la gente que tenemos detrás trabajando con nosotros y eso lleva a un crecimiento bastante progresivo.
Si en Japón este concepto es tan habitual, ¿vienen turistas japoneses a sus establecimientos? ¿Cómo es su turista?
Pues la verdad es que sí: el nuestro es un alojamiento que funciona bien entre el turista asiático. Esto tiene la ventaja de que nos ayuda a combatir la estacionalidad, porque el asiático viene en cualquier momento del año.
Obviamente, en verano hay mayor diversidad de clientes, y eso también nos ha llevado a buscar la variedad de perfiles en nuestra plantilla. Tenemos a gente de diversas culturas y totalmente conectada a las redes sociales: hay un responsable de comunicación, pero todos pueden aportar sus ideas también.
Por lo que me viene contando, todos los beneficios obtenidos hasta el momento los han ido reinvirtiendo en la empresa…
Así es. Y será así un par o tres de años más. Cuando ya generemos un crecimiento orgánico buscaremos algún fondo de inversión. Si alguno está leyendo esto, que nos llame… (Se ríe).
Sea sincero: ¿merece la pena cambiar una nómina por la vida de empresario? El cambio es grande…
El cambio es enorme. Todo cambia. Desde que uno se vuelve más profesional y maduro, hasta que, mismamente, me estoy quedando calvo (se ríe). Nadie te enseña a ser empresario, ni en las mejores escuelas de negocio. Depende todo de uno mismo y si uno tiene una idea y quiere desarrollarla yo sugiero que lo intente, porque ese cambio que usted dice es de lo que más orgulloso me siento en la vida. Si me hubiera quedado donde estaba, tal vez ahora tendría un cargo de cierta responsabilidad, pero seguro que no sería tan feliz. Y esto lo vale todo.