Nuria Chinchilla

Directora del Centro de Investigación Trabajo y Familia del IESE

 La dificil compaginación entre el mundo laboral y el familiar

 “Una empresa que no acepte la maternidad no merece el calificativo de empresa”

 La evolución es imparable pero más lenta de lo esperado porque la estructura empresarial no está diseñada para integrar la maternidad
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 El principal cometido del Centro Internacional Trabajo y Familia (IESE), es ayudar a la alta dirección de las empresas a crear un ambiente familiar y responsable, favoreciendo el bienestar de las sociedades, organizaciones e individuos. El radio de su acción es internacional y actualmente está implicado en varios proyectos de investigación alrededor del mundo, además de desarrollar colaboraciones con  escuelas de negocios de EEUU y Australia. La investigación y búsqueda de nuevos métodos de trabajo para los profesionales de las empresas se diseña sobre varias disciplinas, como la psicología o la ética, implicando a académicos, directivos y representantes de los gobiernos. Hablamos con Nuria Chinchilla, directora de este Centro de Investigación Trabajo y Familia del IESE. 

 
“Cuando se concede autonomía a un trabajador y unas buenas condiciones para que ejerza su empleo, este la sabe valorar y sirve como vehículo de motivación”.

“Las empresas tienen que cambiar horarios para conciliar la vida laboral con la familiar. Claro que ello conllevaría un vuelco socio-cultural en nuestro modo de pensar, y por ello seguro que habría reticencias. Pero no podemos dejar de priorizar la relación con nuestro hogar”.

“Hay muchas mujeres que han tomado la decisión de llevar las riendas de su propio negocio para seguir trabajando, y así poder mantener también a su familia: los casos de las microempresas, por ejemplo”

 

 

¿Como podríamos definir este factor femenino que resulta ser el eje de su último libro?

 

La ambición femenina es distinta a la masculina. Una vez que entra en el mundo laboral, la mujer quiere mantener su posición, pero tampoco dejar de lado su vinculación familiar. Durante la mayor parte del siglo pasado, los hombres trabajaban entre 12 y 14 horas mientras que el papel de la mujer quedaba relegado a las tareas del hogar. Muchos varones siguen con esa mentalidad de entrega completa hacia al trabajo mientras que la mujer no casa con esa rígida estructura laboral. 

 

¿Cuál sería la clave para extraer el mayor partido de un trabajador sin convertirlo en esclavo de su empleo?

 

La palabra del siglo XXI sería flexibilidad. Hay que buscar la manera de ofrecer a los trabajadores contratos y horarios más flexibles. Cuando se concede autonomía a un trabajador y unas buenas condiciones para que ejerza su empleo, este la sabe valorar y sirve como vehículo de motivación.

 

Por tanto, ¿estos conceptos de productividad que antes marcaban las bases de una empresa están hoy en día obsoletos?

 

Tienen que seguir ahí, pero hay unos conceptos erróneos. En nuestro país, no se sigue un horario europeo y parece que no tenemos una rentabilidad alta, pero sin embargo tenemos mercado europeo y moneda europea. Las empresas tienen que animarse a hacer cambios en cuestión de horarios, pero esto comportaría un vuelco socio-cultural en la estructura del país y por ello hay reticencias. A veces no tienes vida después de trabajar y hay que priorizar la relación con el hogar. Las estadísticas cantan: hay un divorcio cada cuatro minutos en España. Las empresas no permiten que los trabajadores sean padres de familia o esposos…

 

Hace años que el número de mujeres licenciadas es mayor que el de hombres. Pero este síntoma no se hace patente en el mercado ¿Falta mucho para lograr este equilibrio?

 

La  evolución es imparable pero más lenta de lo esperado porque la estructura empresarial no esta diseñada para integrar la maternidad. Cualquier empresa que no acepte la maternidad es un puro negocio financiero y no merece el calificativo de empresa. Hicimos un estudio sobre la discriminación de género y llegamos a la conclusión de que hay mujeres muy preparadas. Pero cuando empiezan la maternidad, no pueden compaginarla con el trabajo. Un tercio de las mujeres que tienen bebés se van a su casa. En este sentido, la mujer encuentra con el factor que denominamos “Techo de cristal”: una serie de barreras invisibles que las mujeres han de padecer sin tener conciencia de ello. Como por ejemplo que el superior se vaya con sus trabajadores a jugar a tenis o a fútbol… y en esto excluye a la mujer. Se queda apartada, sin mentores. Sin embargo nosotros también hablamos de “Techo de cemento”. Con este concepto nos referimos a las barreras que la mujer se auto-impone cuando ve que el trabajo le absorbe o no puede mantener el ritmo frenético de ciertos cargos. Esto es debido a que la mujer necesita su espacio y conservar sus vínculos con la familia y amigos.

 

¿La competitividad es pues, cosa de hombres?

 

Para nada. La psicología del hombre y la mujer son distintas, de acuerdo, pero la ambición sirve para saber donde quieres llegar. Hay mujeres que para llegar arriba juegan a ser varones y acaban siendo “peor” que ellos. Dejan la familia de lado o dicen que no tienen hijos porque no tienen tiempo.

 

¿Hay un referente al cual se debería aspirar?

 

El que tiene una mejor situación en todos los aspectos es Francia. Ha habido un cambio de mentalidad importante y se cumplen los horarios europeos de las ocho horas a rajatabla. Además los trabajadores que tienen hijos reciben dinero por parte de la empresa sin tener que estar siempre siendo héroes y estrujando las horas al máximo entre casa y trabajo.

 

¿Hay que definir el estado del bienestar como se definía en los ochenta o es un concepto caduco?

 

No es un concepto caduco, el tema es en saber que significa estado del bienestar y para quién. Lo que tenemos que redefinir es el concepto de familia… Nosotros decimos que familia, empresa y sociedad son un triángulo en constante evolución y en medio está la persona que aprende en la sociedad. Lo que más se valora en las empresas es exactamente lo que más se valora en las familias: la empatía, el saber escuchar, la solidaridad, el trabajo en equipo, el negociar… Y por tanto lo que hay que buscar es reunir el suficiente grado de madurez y motivación para convertir a esa persona en un buen trabajador.

 

Últimamente lo que está apareciendo con fuerza es el nuevo modelo de familia. Sin ir más lejos las parejas homosexuales que tienen vía libre para adoptar hijos…

 

Una pareja de homosexuales no puede ser una familia, no pueden concebir hijos y no están hechos como padre y madre. Una cosa es el derecho matrimonial y otra es el derecho a relaciones mercantiles… 

 

¿Hacia donde va a ir el concepto de emprendedor? Se han hecho estudios que han llegado a la conclusión de que seremos trabajadores de nosotros mismos, de nuestra propia empresa…

 

Pienso que las mujeres son las que están en avanzadilla. Hay muchas mujeres que han tomado esta decisión para seguir trabajando, a la vez que mantienen su familia, por ejemplo a través de una microempresa. No obstante, aunque esta tendencia vaya al alza, siempre seguirán existiendo las grandes empresas.

 

¿Ve algún punto positivo al proceso de deslocalización de empresas que se ha dado últimamente en nuestro país?

 

Quizá lo más remarcable es que nos estamos quedando con los trabajos más creativos, con la parte del desarrollo de nuevas ideas. Ese sería el punto más favorable. Y sin duda algo positivo y que juega a nuestro favor.

 

 Nuria Chinchilla es licenciada en derecho por la Universidad de Barcelona, Máster en economía y dirección de empresa por la IESE, Doctora en Económicas por la Universidad de Navarra y Doctora en dirección de empresas por la IESE. Con tales referencias y bagaje académico no es de extrañar que en el 2001 fuese elegida directiva española del año. En IESE lleva desempeñando cargos directivos desde años atrás, función que ha ido compaginando con la docencia y la autoría de varios libros y artículos. Siempre se ha dedicado a la investigación en temas de mujer dentro del mundo laboral y su último libro “Como reconciliar trabajo y familia. La ambición femenina” no es una excepción.

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