Parafraseando el spot de publicidad de una compañía aseguradora, Pepe Reina, que gran portero y actor a la vez, el tema de la seguridad de cada individuo ha vuelto a estar encima de la mesa estos últimos días. Tras mi último artículo, ocurrió lo de la Marathon de Boston y a lo largo de unos días, pocos, es cierto, porque las cosas, hoy, van más deprisa en muchos aspectos, todo había acabado. El tema es si todos y cada uno de nosotros debemos o no vivir con la sensación de intranquilidad que provoca que haya terrorismo, violencia, inconsciencia al volante, y tantas y tantas cosas que pueden afectarnos en cualquier instante, en un solo segundo.
Una ciudad como Boston, probablemente la más europea de las ciudades norteamericanas, ,ha vivido enclaustrada durante cuatro días hasta que los descerebrados fueron interceptados. Pero en Norteamérica la sensación de inseguridad sigue siendo altísima, a pesar de la asociación del rifle, de los votos negativos del Senado a endurecer la posesión de armas de fuego, porque florecen personalidades antisociales, psicópatas, muy difíciles de detectar precozmente.
Falta de integración, raíces religiosas islamistas, a pesar de haber crecido en Estados Unidos, hacían de los hermanos Tsornaev elementos de riesgo no suficientemente detectados. Y eso , no lo olvidemos, no solamente es privilegio de USA, porque aquí deberíamos aplicárnoslo también. Tratar, como sea, de no aislar, de no generar guetos, de no rechazar a individuos por el color, la religión o la ideología. Rechazar es el primer paso para crear un virus latente que, en su momento, puede hacer daño.
Los “media” tenemos mucho que decir en este tema. La gente, hoy, sufre una inseguridad inevitable fruto de la situación económica, de esa crisis que , por lo que dicen los expertos, no se va a diluir hasta mediados del 2014, y es por ello que el mensaje de la comunicación debe servir para reafirmar algo que cualquier ciudadano sabe que se le otorga en democracia, y es la libertad.
Mañana puede alcanzarme una maceta desprendida de un balcón, pero debo salir de casa incluso en días de viento. Y cada vez que vea a alguien dejar una mochila en el suelo, debo evitar pensar que hay una olla con explosivo dentro, y dentro, clavos y tuercas para matar. Quizás habría que llamarle a eso también resiliencia , la palabra que parece resumir todas esas actitudes positivas que podemos abrazar cuando las cosas no pintan bien. Es decir, poder recuperarse después de un trauma, una decepción, un golpe duro…
Yo, como mi amigo Pepe Reina, sigo sintiéndome seguro, muy a pesar de aquellos que hacen todo lo posible para que no sea así.